sábado, 19 de enero de 2008

La soledad del corredor de fondo

"Y entonces conocí la sensación de soledad que experimenta el corredor de fondo cruzando los campos, y me di cuenta que que por lo que a mí se refiere esta sensación era lo único honrado y verdadero que había en el mundo, y comprendí que no cambiaría nunca"

En "La soledad del corredor de fondo" Allan Silltoe cuenta la historia de Colin Smith, un chaval de 17 años que acaba en un reformatorio inglés - un Borstal - por robar en una panadería. Allí le ofrecen la posibilidad de empezar a entrenar para participar en la carrera a pie más importante de Inglaterra (un 5k, por cierto).

Cada mañana Colin es libre para salir a correr un rato nada más amanecer por los campos cercanos. En el contexto de una vida penitenciaria, la libertad de esas carreras se convierte en una experiencia transformadora que le lleva a empezar a hacer algo completamente nuevo: pensar. Pensar con profundidad en sí mismo y en su vida.

"Tan pronto como me digo que soy el primer hombre que ha caído en este mundo, y tan pronto como, a primeras horas de la mañana, cuando ni siquiera los pájaros se sienten con ánimo para cantar, salgo de un salto tremendo a pisar la hierba helada, me pongo a pensar, y esto es lo que me gusta. Doy mis vueltas en un sueño. Doblando los recodos de una vereda o de un caminito sin enterarme siquiera, saltando arroyos sin darme cuenta de que estén allí, y gritando los buenos días, sin verle siquiera, a un ordeñador de vacas la mar de madrugador. Sí, da gusto ser corredor de fondo, encontrarse a solas en el mundo sin un alma que le ponga a uno de mala uva, o que le diga lo que debe hacer."

No creo en la mística de la carrera de fondo, tras correr mi primer maratón no sentí que me hubiese cambiado en nada, ni que eso hubiese fortalecido mi carácter ni mi voluntad, ni que me hubiese hecho menos perezoso ni más decidido. 42 km. no es más que una cifra absurda, como cualquier otra, si te acostumbras a digerir con normalidad rodajes de 30, ¿porqué correr 42 tiene que transformar tu vida? ¿Y qué pasa cuando uno se empuja 100 de una sentada como hizo el amigo Pablo el verano pasado?. Vivimos un mundo que a veces anda algo escaso de metas y significados, y quizá es inevitable terminar convirtiendo cosas contingentes en trascendentes.

Sin embargo, sí se me ocurre que la vida en el reformatorio de Colin Smith viene a ser una especie de metáfora -salvando las distancias- de nuestras densas jornadas de obligaciones laborales, sociales, familiares... días llenos de horarios, de gente y de ruido desde los que en algún momento, abrimos la puerta del reformatorio, nos calzamos las zapas y salimos al silencio del campo a trotar, a concentrarnos en todo lo que hacemos sin pensar el resto del día: la respiración, el latido del corazón, el movimiento, el vagar errático del pensamiento libre por un rato. La mecánica de la carrera es fluida, rítmica, repetitiva, tranquilizadora, con los kilómetros que llevamos en las piernas ya no es necesario fijar la atención en correr, los pies encuentran solos su camino, el corazón y los músculos establecen el ritmo automáticamente, y la mente queda libre para poner un poco de orden en las ideas, para revisar en frío las prioridades y dejar cada cosa en su sitio. Durante un rato cuerpo y mente viven vidas separadas y se dedican a hacer su trabajo en libertad, y esa disociación devuelve el equilibro a ambos.

Finalmente, el día de la carrera Colin sabe que puede ganar pero decide no hacerlo para fastidiar al director del Borstal, para dejar claro que él decide las metas en su vida; tras adelantar a todo el mundo se para a pocos metros de la llegada y se queda tranquilamente esperando para ver ganar al segundo corredor.

"El corredor que venía detrás debía de estar a mucha distancia, porque el silencio era grande y se notaba menos ruido y movimiento incluso del que se nota a las cinco de una fría madrugada de invierno. Era algo difícil de comprender; todo lo que yo sabía era que uno tenía que correr, correr, correr, sin saber por qué corría, pero uno seguía adelante atravesando campos que no entendía, penetrando en bosques que le daban miedo, tramontando colinas sin darse cuenta de que había subido y bajado, y salvando corrientes de agua que le habrían arrrancado el corazón a uno si hubiese caído en ellas. Y el poste de la meta no significaba el final de aquello, por más que una turba de gente le alentase a uno, pues era preciso seguir adelante sin haber recobrado el aliento, y la única ocasión en que uno se paraba de veras era cuando tropezaba con el tronco de un árbol y se rompía el pescuezo o caía en un pozo abandonado y se quedaba muerto en la oscuridad para siempre."

En esta carrera final y definitiva, las reflexiones de Colin son a veces cínicas y oscuras pero no tienen desperdicio, el esfuerzo, el riesgo, los objetivos de otros, los objetivos propios... la carrera como una maqueta a escala de la propia vida.

"...cuando uno se ha dado un hartazgo de placer sintiéndose como el primer hombre de la tierra en una mañana de frío, y ha saboreado el amargor de creerse el último hombre de la tierra en una tarde de verano, al final acaba por ser el único hombre del mundo y no le importa un bledo ni lo bueno ni lo malo, sino que se limita a seguir trotando, con las zapatillas golpeando el suelo seco y acogedor, que por lo menos nunca le jugará una mala pasada."

Por cierto que basada en el libro se hizo una peli que merece la pena.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jesús gracias por la entrada eres un crack, ya tengo la pelicula en la lista de pendientes.

Me ha molado un montón, pero discrepo en el siguiente párrafo:
No creo en la mística de la carrera de fondo, tras correr mi primer maratón no sentí que me hubiese cambiado en nada, ni que eso hubiese fortalecido mi carácter ni mi voluntad, ni que me hubiese hecho menos perezoso ni más decidido. 42 km. no es más que una cifra absurda, como cualquier otra, si te acostumbras a digerir con normalidad rodajes de 30...

No me extraña que opines esto después de todo en esto del running eres de hielo, yo no puedo estar más en desacuerdo, quizá por que sólo he corrido 1 maratón, porque nunca me he acostumbrado a hacer rodajes de 30 km, o quizá porque recuerdo todavía como se me erizaron todos los pelos de mi cuerpo cuando entré en el paseo de carruajes del retiro. Cuando crucé la meta, me quedé sin respiración, y no por cansancio, sino pq tenía ganas de llorar, te prometo que tuve que hacer un esfuerzo para no llorar como un bebé. A mí si me cambió, desde luego no he vuelto a ser el mismo, aunque tengo que reconoce que llevo en mí una vida espiritual no muy normal en los dias de hoy en día, quizá por eso estos sentimientos.


... ¿porqué correr 42 tiene que transformar tu vida? ¿Y qué pasa cuando uno se empuja 100 de una sentada como hizo el amigo Pablo el verano pasado?....

No es cuestión de trasformar tu vida como si vieras a Gandhi y dijeras tengo que seguirle, pero creo que algo cambia.

En aquel maratón yo sufrí un poco, pero el que peor lo tuvo que pasar fue Davide, he pensado miles de veces todo lo que se le pudo pasar por la cabeza los últimos 12km, completamente destrozado, sin andar pero sin correr, el sufrimiento de un finisher, te tiene que cambiar por narices.


Cano,