viernes, 17 de diciembre de 2010

Carrera de las Empresas 2010: Recorrido

Dejo un post breve con el recorrido y la altimetría de la Carrera de las Empresas de este año. He grabado la ruta en mapmyrun, y este es el dibujillo resúmen:



PLAN SUB45.
Para acceder a un cajón en la San Silvestre dando la espalda a unos 25.000 esforzados runners (5000 arriba, 5000 abajo)

Kmts. 1-3: La escalada hacia Pza. de Castilla. A 4:50 puede ser más que de sobra, que correr de menos a más siempre es garantía de éxito. Paso por el 3 en 14:30.

Kmts. 3-7: Bajada a calzón quitao en la carrera de 6 km, con un poco más de cabeza para nosotros. A 4:15 se puede hacer con bastante comodidad, que Newton ayuda mucho. Paso por el 7 en 31:30.

Kmts. 7-10: Llano picando para arriba al final. Lo normal es que podamos con este último tramo a 4:25 y crucemos meta en 44:45. Con 15 segundillos de margen.

Confirmo por adelantado que si andamos los 4 por los 45 min. no nos comemos un colín en la clasificación (tomando como referencia la del año pasado), así que id pensando en pasarlo bien y en que sirva para motivarnos de cara a Getafe.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Maratón de San Sebastián 2010

En la oscuridad de la habitación del hotel, horas antes de que suene el despertador, repaso mentalmente el recorrido de la carrera, los tiempos, y me digo por enésima vez que es la última vez que me meto en este lío. El miedo al sufrimiento siempre es peor que el sufrimiento.

Por fin ha amanecido, y las horas previas a la carrera son como las de todas las carreras, pensando que no vas a aparcar a tiempo, que no vas a encontrar un sitio para tomar un café, ni un baño donde departir por última vez con Mr. Roca… finalmente, cuando calientas lo poco que se calienta antes de una maratón y estás ya vestido de faena, con los escasos cuatro grados de las 9 de la mañana, te sientes de alguna forma liberado. Ya solo queda correr, la compleja logística que te autoimpones durante meses de entrenamiento, y especialmente este último fin de semana, ha terminado con éxito. Estoy en el sitio indicado el día indicado, y las piernas y la cabeza quieren correr.

Quedan segundos para salir, un corredor me ayuda a saltarme la valla para colocarme en mi sitio: “no te vayas a desgraciar ahora con todo lo que nos queda”, me dice. Y suena a toda tralla el Highway to Hell de AC/DC. Buenísimo! Qué podría ser más adecuado en este momento. Paso por la salida emocionado.
Hey Momma, look at me
I'm on my way to the promised land
I'm on the highway to hell

No llueve, no hay previsión de mucho viento (algo de las dos cosas nos tocará por el paseo de la concha pero claro, si no no tendría gracia la cosa), nos han regalado la mañana perfecta para correr.

Salgo conservador, no tiene sentido forzar ahora. El plan es claro, no hay cuestas ni subirá mucho la temperatura, el ritmo tiene que ser todo lo constante que se pueda, la referencia son los 4:40 min/km, procurando no bajar jamás de 4:30, vengo muy cortito de series y de carreras y se que no recuperaré bien las alegrías, así que a controlar. Si todo va bien el objetivo son 3h15m.

Los primeros miles cuestan un poco 4:50, 4:43, 4:40… al final de la primera vuelta, la pequeña, de solo 5 kms, ya parece que las piernas cogen el ritmo bueno. En este punto se hace la primera pasada por Anoeta, entras por un lado del estadio, recorres 200 m. por la pista y sales por el otro extremo. Qué grande va a ser estar aquí dentro de tres horas.

En el MAPOMA de 2007 regalaban un librito de Javier Serrano donde se decía que un maratoniano experto puede saber como le va a ir la cosa ya al final de la primera media hora de carrera. Yo no me considero maratoniano experto, ni mucho menos, pero reconozco que de esto sí soy capaz; el año pasado en Vitoria creo que ya en el 5 sabía que no terminaría (retirarme aquel día en el km. 26, recorrer las calles vacías hacia la meta y esperar a David y a Carlos mientras veía llegar corredores, fue la peor experiencia de mi vida como runner), hoy sin embargo las sensaciones son bien diferentes. Me gusta el frío, la gente de Sanse son el mejor público que he visto nunca, y correr en esta ciudad, muy especial para mí, me pone los pelos de punta.

Paso el 10 en 46:25, en línea con lo previsto, incluso un poquito mejor, y descorcho el primer power gel. Esta vez he cambiado la estrategia de avituallamiento, tras mucho leer experiencias de otros corredores, y tomo el primero más pronto. Ya veremos qué tal va. Tras el 10 cruzamos el puente del Kursaal, sobre el Urumea, junto al hoy gris cantábrico, y dejamos el barrio viejo -“lo viejo”- a la derecha. Seguimos por el Boulevard, la calle Hernani, y empezamos a ver la playa por entre los edificios hasta salir al paseo de la Concha. Por aquí empieza a llover un poco y sopla el viento del mar, me refugio en un grupo, detrás de un tío muy grande con uniforme de triatleta, pero al poco para y les dejo para seguir a mi bola, progresando de atrás hacia delante. Correr junto a esta playa con la isla de Santa Clara al fondo (la perla de la concha), es algo que todo corredor debería hacer al menos una vez en la vida.

Con tanta emoción paisajística el ritmo ha subido, ando más ya en 4:30-4:35, pero las sensaciones son inmejorables. Pasamos el túnel que comunica con Ondarreta y entramos en la zona menos turística del recorrido, la avenida de Tolosa nos mete en el Barrio Antíguo y recorremos en una ida y vuelta de 6 kms calles más convencionales, de rotonda en rotonda hasta salir nuevamente a la playa, ya en el 19.

Paso el segundo 10k en 45:23 y poco después la media en 1:36:55. Calculo que me hecho un pequeño colchón, y que para cumplir con las 3:15 me basta con hacer la segunda media en 1:38. A partir de aquí empiezo a notar unos pinchazos extraños en el gemelo derecho, recuerdo una molestia igual a principio de año que casi no me deja correr la media de Getafe. Intento no darle importancia y sigo a lo mío. Un poco antes de Anoeta me uno a un grupo de unos 8 corredores comandados por un tío de azul y otro de negro, sin pensarlo mucho me pongo en cabeza y veo que no puedo dejarles (de hecho me da la impresión de que han acelerado cuando me han visto aparecer por allí). Lo dejo estar y me quedo a medio grupo, que no tengo ninguna prisa.

El segundo paso por Anoeta es apoteósico, salimos en la pantalla grande del estadio a medida que recorremos la pista, la gente aplaude, suena el Sick of Love a toda pastilla y me emociono hasta que casi no soy capaz de respirar.

Entramos en una parte más delicada de la carrera, muchos corredores empiezan a pagar las alegrías del principio y se van quedando atrás con un trote derrotado, miro a mis compañeros de grupo y me parecen todos unos máquinas, creo que soy claramente el gordito del equipo. Más que dejarles, como pretendía al principio, me preocupa que su ritmo sea demasiado para mi dentro de pocos kilómetros. Estamos ya en 4:30, pero el paso es muy regular y de momento les sigo sin esfuerzo.

El recorrido se repite milimétricamente y la mañana mejora, se asoman trozos de cielo azul entre las nubes y a ratos es difícil no venirse arriba y correr más. Km. 28 por Zurriola, segundo y último paso por el puente del Kursaal, tercer gel en la Concha (km 30), todo el pescao está vendido; ahora es el momento de triunfar o de empezar el calvario de la última hora de carrera. Toda maratón empieza aquí.

Seguimos a 4:30 y no puedo dejar de pensar que voy demasiado rápido y lo voy a pagar, es la primera carrera de mi vida que me tiro una hora corriendo al ritmo de un grupo. Muchos corredores ya van salvando los muebles y les pasamos como una apisonadora. Alguno intenta engancharse y corre unos cientos de metros con nosotros pero ninguno consigue quedarse salvo un chaval que lleva uniforme de maratonianos de Cáceres, y una chica que al final será tercera en el campeonato de Guipuzcoa (la veo correr fácil con nosotros a pesar de ser muy bajita, lo que le obliga a llevar una zancada larguísima). Sin embargo se que estas alegrías se pagan siempre al final, la maratón no perdona, y tengo un maquiavélico plan guardado en la manga.

Hace ya rato que he decidido descolgarme en el 30. Llevo bastante tiempo ganado, en el 30 picaré y echaré cuentas, pienso que siguiendo desde ahí a 4:40 aseguraré el final y bajaré holgadamente de las 3h15m previstas. Me encuentro bien, aunque el gemelo molesta cada vez más, y me veo capaz de hacer esos 12 kms a 4:40.

Paso el 30 en 2:16:55 (tercer diezmil en 45:06), siguiendo a partir de aquí a 4:40 llegaría sobre 3:13:30, esa hubiese sido la decisión lógica, aunque por otra parte… ¿cuántas veces vas a correr el maratón más llano de España en un día perfecto, sin aguaceros ni vientos de 40 kms/h?¿Cuántas veces vas a pasar el km. 30 de cualquier maratón sintiéndote tan entero como ahora? Pasa el 30 y no me muevo un milímetro del grupo, 31 y 32 los haremos ligeramente por debajo de 4:30, y en el 33, sin pensarlo en absoluto, casi sin cambiar de ritmo, me abro por la derecha, dejo el grupo y sigo solo hacia adelante.

Aquí ya se empiezan a ver las escenas típicas de todos los maratones, gente caminando, estirando al borde de la carretera, corredores que se animan y se gritan para intentar que aguante un compañero a punto de hundirse… Sin embargo yo corro en una especie de nube, sin ninguna sensación de muro, con la impresión de que queda gasolina para rato en el depósito.

Siempre tiene que haber algo que te estropee la fiesta, y esta vez va a ser el gemelo derecho. En el 34 llevo ya una clara sensación de que en cualquier zancada me puede dar un latigazo y dejarme en la cuneta, intento suavizar un poco el ritmo, pisar distinto, no se qué hacer pero no puedo fastidiar un día como hoy por esto.

El último paso por la Concha es inolvidable, el público es lo mejor que he visto nunca, parece como si todos supiesen lo duros que son estos kilómetros finales, leen el nombre en el dorsal y animan continuamente. Cada minuto paso de la emoción por seguir adelantando corredores (40 o 50 por kilómetro, que los voy contando para motivarme) a la desesperación porque el gemelo parece estar en las últimas. El cielo sobre el mar ya es casi tan azul como blanco, la concha es un cuadro y yo sigo sin rastro de muro. Algo me han echado en los spaghetti de anoche porque esto no es normal.

Sigo en mi ritmo y el estadio ya se ve sobre los edificios desde el km. 40. Paso el último 10k de la carrera en 45:03, cada uno ha sido un poco más rápido que el anterior. He llegado a un pacto de no agresión con el gemelo, que está totalmente agarrotado pero ya no parece ir a darme un latigazo pronto, y los últimos 2 kms. y pico acelero hasta los 4:20, sin atreverme a más.

Va a ser mi primera entrada a meta de una maratón en una pista de atletismo. Mucha gente en las gradas, la megafonía nos llama por nuestros nombres a medida que nos acercamos al arco de meta, me llega suficiente sangre al cerebro como para pensar en hacer una entrada digna (a ver si esta vez no salgo en la foto de llegada picando tiempo o mirando obsesivamente el reloj, que llego hora y pico tarde para batir el record de Gebre).

Llego en 3:11:29, casi sin poder apoyar la pierna derecha, mi segundo mejor tiempo en la distancia y con la satisfacción de haber hecho una carrera sin errores, sacando lo más que he podido de mi estado de forma. La segunda media ha salido en 1:34:32, casi 2 minutos y medio más rápida que la primera!

4 meses y 930 kms. de entrenamiento amortizados en este instante. Camino lentamente junto al césped del campo de fútbol, mirando al estadio, disfrutando de uno de esos momentos únicos en la vida de un modesto runner. Junto a mí hay un chaval apoyado en una de las vallas, llorando en silencio de espaldas a la gente.

Domingo, 5 de diciembre. Ha pasado una semana ya y he vuelto a calzarme las zapatillas para rodar 45 minutillos. Salgo de casa por los pinares de la ladera del Abantos, pisando suavemente la poca nieve que queda en los caminos, hacia mi circuito por los alrededores del pueblo. Los coches vuelven a ser los dueños de la calle, correr es otra vez algo personal, silencioso y anónimo, como la propia vida.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Festibike 2010, 18 de septiembre


Esta mañana hemos madrugado parte del cano-ritmo (Fran, Pablo y yo) y nos hemos ido a las Rozas a correr el Festibike 2010. Por mi parte era la segunda comparecencia, Pablo lleva 3 o 4, no recuerdo exactamente y Fran creo que otras dos. El resto del cano-ritmo, de fiesta. Literalmente.
Hoy había previsiones de algo de lluvia y como había llovido en la zona el jueves y viernes, se preveía un terreno algo blando.
La preparación para el evento había sido la habitual para estos casos pero las alarmas habían sonado en las últimas 48 horas con las almorranas, el “affaire” de la “Muñecona” y con las dudas de la fiabilidad del amortiguador “DT Swiss M210” que tantos dolores de cabeza nos ha dado en las últimas semanas. Además, algunos empezamos a ser veteranos de verdad, eh Pablo? ¡Felicidades chaval!
Bueno, pues ahí estábamos, siguiendo el plan previsto, desde las 9:00 en la misma línea de salida. La experiencia del año pasado, en la que salimos muy atrás y nos hizo perder mucho tiempo . Este año la organización con buen criterio había dividido la carrera en 2 con las salidas espaciadas en media hora. La más larga (la nuestra) de 72 bajando el cupo de esta última a 1800. Eso se ha notado mucho durante toda la prueba, menos montoneras y más disponibilidad en los 4 avituallamientos.
Pequeña queja para la organizción: para otro año, por favor, que suban el track oficial si no van a poner a nadie durante todo el recorrido. Muchos corredores perdimos durante varios kilómetros la ruta en varios puntos.
Antes de la salida, los últimos “ánimos” del presentador que insistió varias veces en que nos lo pensáramos, que la cosa podía estar pesada por la lluvia y algunas palabras de Hermida, reciente campeón del mundo. Menudo máquina. Las nubes se apartaban y parecía que la mañana iba a ser buena. Nuestra previsiones eran estar de vuelta antes de las 15:00 si no había incidentes, tipo reventones de tubeless, roturas de amortiguador, ... todo contaba. Desde la organización nos decían que atención con los últimos 10 Km que habían tenido que desviar la prueba volviendo de nuevo junto al río, por un puente que habían montado la noche anterior. Ese tramo que va junto al río lo hemos hecho nosotros varias veces, así que casi mejor. A partir de ahora voy a ir soltando datos de altimetría que guardó el Garmin. Para empezar, la salida a unos 719 m de altura.
Bajamos directamente hacia el rio Chico (629 m), y enfilamos en seguida la subida a “Colmenarejo”, de primera categoría, un clásico para nosotros pues es un entrenamiento que hacemos con bastante frecuencia.
La subida se hace bastante bien al haber muchos menos corredores, tan sólo en la triple cuesta final antes de coronar, yo tengo que poner pie en tierra por una montonera provocada por una caída. Pablo y Fran que iban delante coronan sin problemas. Hemos tratado de subir midiendo en todo momento pero esas últimas rampas te imponen un esfuerzo grande y mi estómago me da algún aviso. No van ni 10 KM y se me presentan algunas dudas. Eran alrededor de las 10:23 y habíamos subido hasta los 872m.
Una vez arriba, giramos hacia Colmenarejo, y bajamos aproximadamente durante media hora hasta los 639 m para enfilar la segunda subida del día. No la habíamos hecho nunca y por el perfil que tenía estábamos algo temerosos, subíamos igual que Colmenarejo pero en menos distancia. La llaman “la subida de la muerte”.
Realmente se hizo menos dura que la primera. No había tramos de descanso pero ninguna rampa como las duras de Colmenarejo. Coronamos sobre las 11:15 a 855m. Las dudas sobre nuestro estado físico se van disipando, nos hemos quitado 2 de las 3 subidas y la cosa no va mal.
Desde ahí una bajada rápida de una media hora hasta los 600 m (11:48). Ahí ocurre lo impensable, Pablo que nos lleva unos metros de ventaja, absorto en los detalles de su nueva bici, se sale de ruta. Por delante teníamos una hora aproximada de llaneo y al no verle en un buen rato nos mosqueamos. En ese momento recibimos su llamada y un rato después nos reencontramos. La versión oficial dice que estaba hablando por teléfono, era su cumpleaños y tenía la llamada de su familia. La realidad apunta a que ha ingresado en el grupo de élite “scott”, un subgrupo del cano-ritmo al que les puede pasar cualquier cosa sobre la bici porque se despistan hablando de las maravillas de las scott y de lo pulidito que está el cuadro... Llevábamos alrededor de 41 KM.
Como decía antes ahora teníamos por delante una hora de llaneo. A las 12:54 a 665 m iniciamos la tercera subida de la carrera. Esta subida es dura de verdad y no hay prácticamente nadie que la suba completa. Pablo y Fran lo hacen bien y casi llegan hasta arriba, pero los pedruscos sueltos, los surcos y la gente andando lo hace imposible. Coronamos a las 13:13 a 806 m.
Pasamos por las Villanuevas y enfilamos camino de vuelta hacia las Rozas. Sobre el kilómetro 58 giramos a la izquierda en el desvío que había avisado la organización. Todos los ciclistas que teníamos por delante habían seguido recto. Las fuerzas debían empezar a flojear y la gente no vio las marcas. Con nosotros se vinieron muchos de los que venían por detrás. Llegamos al último avituallamiento sobre el KM 60, pasamos el río sobre el puente de madera y nos mantenemos junto al río mientras volvemos al punto de partida. Son las 13:22 y estamos a 643m. La tendencia del camino sigue hacia abajo hasta los 628m (13:57) momento en el que iniciamos claramente la subida, por el mismo sitio por el que bajamos. Llegamos a meta sobre las 14:13, no sin antes una pequeña volata, que parece que quedó igualada entre Fran y Pablo. Entramos todos felices y contentos con muy buenas sensaciones en el cuerpo. El tiempo nos acompaño, hubo algunas nubes en el tramo final y la temperatura fue muy buena, sin mucho calor. Tengo la sensación de que fue más suave que la edición del año pasado. Aunque tuve ciertas dudas la tarde anterior, me alegro realmente de haberla corrido. Echamos de menos al resto del cano-ritmo pero los que fuimos lo hicimos en buena sintonía.
Los datos de la marcha:
67.5 kilómetros
4:30 tiempo en movimiento
0:36 tiempo detenido
15.0 media en movimiento
13.2 media total
Ascenso total 1283 m
Fran, cuando puedas sube las fotos please.
Para acabar, Pablo con su spark 30 va como una moto. Ha ido todo el rato en cabeza, excepto el rato a solas con su scott (jeje). Se le veía completamente sobrado. Va a seguir un duro contrincante para todas las volatas. Con el hierro que tenía no íbamos a ninguna parte. Has hecho buena compra, enhorabuena!!
Fran, como siempre es un tío cachondo y da gusto ir con él a todas partes, ah y cómprate la doble ya!!
Saludos cordiales

lunes, 6 de septiembre de 2010

Alto Tajo. (Riaza III)


En el 2008 hubo un Riaza I.
En el 2009 hubo un Riaza II, esta vez fueron 3 días pero no hubo crónica por lo que allí pasó quedará en el olvido.
En 2010 llegó Riaza III y esta es su crónica:

Como resumen ejecutivo digamos que Riaza III consistió en 3 días de mtb por el parque natural del Alto Tajo en Guadalajara, basada en las siguientes rutas sacadas de San Wikiloc:


Dia 1: Molina de Aragón - Peralejos de las truchas

Amanece el penúltimo fin de semana de Julio a más de 1000 metros de altura en Molina de Aragón. 5 bicicletas, limpias, engrasadas, ajustadas están listas para superar los 90 km de la primera jornada.

Una Kona.
Una Lapierre.
Una Rockrider
Una Scale.
Una Spark.

Alfabéticamente ordenadas para no herir sensibilidades en el grupo.

El desconocimiento o la falta de interés en la búsqueda de información de la zona, hace que el miedo a la deshidratación cause estragos en la Kona, los 3 litros de agua de la mochila Mule, más los 700 del bidón, no parecen suficientes para 90 km, la imaginación lleva a límites insospechados:



Cuando uno está en forma que más da llevar 2 kilos más de peso en la bici. El recorrido mostrará que el miedo era incierto y que el lugar despoblado al que pensaba que iba, era menos inhóspito de lo esperado.

El gps, perdón digo los gps se ponen en marcha, imposible perderse piensa más de uno, aunque no hay que confiarse, el primer fiasco le llega a la Spark, "he tenido que hacer algo mal, no tengo los mapas cargados".

Abandonan tranquilamente Molina en dirección al rio Gallo, la Rockrider conocedora de los casi 40 km de asfalto en bajada que les esperan impone un ritmo en cabeza que rápidamente es cortado por la Kona: "Son muchos km, baja el ritmo". El pequeño saltamontes obedece al sensei.

La belleza de la entrada en el cañón del rio Gallo hace que la Spark se tranquilice, su objetivo, una ruta de gran belleza, empieza a cumplirse.



Aunque asfalto, aunque sin coches, 40 km son muchos, y se reponen fuerzas, además el cargamento de gominolas, barritas energéticas, geles y demás para eso está. Pero la carretera acaba y conocemos el Tajo, el camino de las bicis ahora consiste en ir remontándolo, a la Scale sobrada de fuerzas le parece que vamos cuesta abajo, hay que explicarle la ley de la gravedad e indicarle que si vamos en la dirección contraria a la que corre el agua es que vamos cuesta arriba, tendida, pero cuesta arriba.

Curioso, pero nos encontramos con muchos coches, hace buen día y las familias aprovechan, más curioso es que al ver las 5 bicis, muchos coches se paren o bajen el ritmo, se agradece.

Al superar un desnivel la Lapierre ve a dos cicloturistas ( los cuales se diferencian de las cinco bicis de esta aventura, básicamente, en llevar portamochilas y las mismas a ambos lados de la rueda trasera) la Lapierre no puede evitarlo, a por ellos a darles un pasote. Una a una van pasandoles, la Rockrider les saluda "Eso si que tiene mérito, con esos mochilones!!!!"

Es hora de descansar.


Se oye un grito cañón abajo, o es cañón arriba?, es la Lapierre que se está bañando en las aguas gélidas del Tajo.

También hay que apreciar el paisaje:


Hace calor, es Julio, y nos desviamos del Tajo para subir a Peñalén 300 metros de desnivel casi a las 3 de la tarde que la Scale agradece, corona y recibe al resto con un tercio bien fresquito.

Comer, enfriar el agua de las mochilas, y ver ganar a Contador la crono y el Tour es todo uno.

La kona baja a buscar el Tajo, es la primera, como siempre en las bajadas.

La belleza de la zona habla por si sola, pero lo mejor está por llegar, el salto de poveda, la laguna de taravilla.

Aunque el momento estelar esta por llegar, hay que vadear el Tajo, eso sí sin que se mojen las bicis.


La ruta se acaba y Peralejos se acerca, pero no por eso la belleza de la zona disminuye.

El final 90,44km ninguna de las bicis había hecho antes estos km, alguna se lamenta "Que lástima no haber superado los 100".

Miguel el propietario de los apartamentos rurales las fuentes recibe a las bicis, no se sorprende es algo normal en la zona, la cual conoce al detalle.

Esa noche, por primera vez en su historia la Scale dormirá al raso, y sin candado, la Rockrider acostumbrada la tranquiliza, "No te preocupes, aquí no te robarán".

Dia 2: Peralejos Chequilla Zetas.

Hoy el reto no son 70km sin más, hoy la aventura consiste en hacer casi 40 sin covertura, sin un pueblo en 10km a la redonda campo a través, sin una fuente o un río en el que refrescarse, sin un sitio donde comer.

La Lapierre se confiesa: "He tenido que hacer algo mal al meter la ruta de hoy, sólo tengo una parte..."

La salida de Peralejos es dura, no apetece y hay que ascender: "Vamos Rockrider", dice la Kona, "Que luego nos cogen".

Acostumbrados a la belleza del Alto Tajo, la erosión de los elemenos parece no sorprender:



Los km avanzan y dejan las zonas habitadas, pistas rodadoras esperan se sube y se sube, la Kona no puede más, y cambia a la Spark, pobre Kona abandonada, esto es el principio de otra larga historia veraniega.

Pero no hay un lugar donde comer, Griegos un pueblo de Teruel, bonito donde los haya era una opción, pero la subida a la Muela de San Juan desaconsejaba el desvío.

Las 5 bicis se paran en un cruce, "Seguro que era aquí?" pregunta la Scale, "Seguro que esta era la hora?" insiste, no hay tiempo para dudas en dos minutos aparece un Honda CRV que todos reconocen, dentro Marisa sonríe, Josema nos mira extrañado, "Estos están locos".

Podremos agradecer la comida improvisada que nos preparó Marisa, las cervezas fresquitas en medio de la nada, pero la compañía y la charla bajo aquellos pinos es inolvidable, GRACIAS GUAPA.

Las cinco bicis se despiden del avituallamiento móvil y siguen su camino, el momento escatológico de la ruta divide el grupo, Spark y Kona comparten una escapada de 15 km que Lapierre, Scale y Rockrider no pueden entender, "Habrá pasado algo?", "Que va sólo quieren ganar la etapa". El encuentro es escabroso y Lapierre y Spark muestran su enfado, sólo "pure mtb" vuelve a unir al grupo:


"Bajad el sillín¡¡" señala la Spark, "Yo paso, bajo andando" dice la RockRider, "Venga vamos a intentarlo, uuuuuy que me voy de cabeza" comenta la Scale.

La Kona lo tiene claro, baja despacio y con precaución, la Lapierre lo tiene más claro, andando se llega seguro.

La bajada se salva sin incidentes, y la belleza de las zetas se puede admirar al avanzar el camino.

Peralejos está cerca, el alojamiento se vislumbra en lo alto de la calle, la Rockrider ha aprendido mucho, va la última pero lleva ya el plato mediano metido, ataca no sin dudar, adelanta a uno y a otro pero nadie responde, la Scale, la primera no puede evitarlo, ha oído el cambio sram7 y se pone de pie, la Rockrider le pasa, pero la Scale llena todas las venas de sangre, toda la potencia de meses de entrenamiento se desata en 5 segundos. "Mete plato, mete plato" gritan desde atrás, apunto de coronar la Scale se rinde, primera volata para la Rockrider.

El descanso es merecido, al final 70,90 km que han sido duros o muy duros, la Rockrider se sorprende: "Pues a mí no me han parecido tan duros", la Spark se siente ofendida "Pues entonces es que te has ido tocando las bolas"

Dia 3, Alto Tajo Etapa 2.

Volver a salir de Peralejos, se hace pesado, la subida es dura, pero la dureza cambia de estilo, cuando además de subir tienes un firme en mal estado, un camino, pisoteado por bacas con rodadas de coche, hace que la Rockrider se deprima en lo mas profundo de su ser "Si yo fuera una doble" piensa para sí. Lapierre, Kona y Spark sin embargo parecen disfrutar con el trazado. La Scale ajena a lo que le espera sube y baja sin precaución.

El paisaje es de alta montaña, rodeados de pinos que ya no sorprenden, se echa de menos el Tajo y su rumor, el camino vuelve a normalizarse y las ganas de hacer kilómetros hacen que las ganas de correr aumenten, ahora viene una bajada, Kona y Spark se lanzan en picado, pero la Scale picha, que digo pincha, repincha, Rockrider y Lapierre ayudan en la reparación.

Pero, ¿como se repara un pinchazo en una tubeless? si las tubeless no pinchan, probamos con hacer girar la rueda, no hay manera el aire se escapa, se busca el agujero y no hay, lo que aparece es una rajita de 3 milimetros, mal asunto, se prueba con el pegamento, que chapuza, los minutos pasan, no hay cobertura, Kona y Spark empiezan a preocuparse, algo ha tenido que pasar y debe ser grave para que no bajen ninguna de las 3 bicis, la Kona remonta la bajada para ayudar, pensando en lo peor.

El encuentro es agridulce, y aunque el pegamento no haya funcionado se prueba con la espuma, otro desastre.

La Kona insiste una y otra vez, "pon una cámara", al final la Scale cede.

Han perdido casi 90 minutos y la idea era llegar a comer a Molina, después de una subida exigente el camino llanea, apretan el paso, según el perfil ahora viene una bajada, está asfaltada y la Kona adelanta a la Scale, no hay manera con la Kona, bajando no tiene rival, pero la Lapierre ha aprendido mucho "Baja el pie exterior a la curva, y písalo fuerte, agacha la cabeza y aprieta los dientes" aconseja a la Rockrider, la Lapierre va a por la Kona, a tumba abierta, sólo haber salido en pole le da la victoria final a la Kona que sorprendida felicita a la Lapierre por el ritmo de bajada.

Cogen la carretera a Molina esta vez de subida, la Rockrider intenta tirar del grupo, hoy va a darlo todo, a reventar, todo por el grupo, pero no tiene experiencia, tira demasiado del grupo y este se rompe.

A falta de 5 km la Rockrider ya no puede más deja la cabeza del pelotón y este se reagrupa hasta que poco a poco la Spark se aleja, su objetivo hacer que la Scale se divierta un poco, pero esta se ha dormido, lo intenta pero Molina esta muy cerca, la Spark vencedora corona Molina de Aragón.

Por primera vez no se acaba un Riaza en grupo, pero no pasa nada, la Kona no se enfada, ya estamos acostumbrados al cambio, el cambio es bueno.

Esta vez han sido 58,49 km, no está nada mal para acabar.

El año que viene más.


martes, 22 de junio de 2010

Media Maratón de San Lorenzo del Escorial 2010

El cartel de esta carrera, pintado por un niño, es también su mejor resumen. Solo 2 kms. más o menos llanos en todo el recorrido, el resto es subida o bajada salvaje, sin piedad. Cualquier intento de coger un ritmo constante se desintegra contra las paredes de granito del Abantos.

Últimamente le he perdido el punto a las carreras, disfruto más de los entrenamientos que de las competiciones, no me emociono en la salida ni con los ánimos del público, pero sí conservo las malas sensaciones y el miedo al sufrimiento. Hoy miro a los otros corredores tomando un café antes de salir y me veo el más gordo y menos entrenado de todos. Vaya pinta de máquinas que tienen la mayoría... aquí todos saben a lo que vienen y el nivel parece alto, en ese momento tengo claro que sudaré mucho para no llegar entre los últimos.

La salida es auténtica, ni música de carros de fuego ni leches: el señor del micro describe el recorrido, después dice que en un minuto salimos, suena el disparo y al lío.

El primer kilómetro ya te mete en una cuestecita al 3% o así, que parece poca cosa porque todos venimos con el Abantos en la cabeza, pero para empezar no está mal. Luego se baja lo subido, pasamos por salida y a la carretera de Guadarrama, a disfrutar de mil metros casi llanos, hasta la curva de entrada a Abantos.

Del 3 al 9 es todo subida, pero no es toda igual, lo duro son solo los primeros 4 kms. El primer mil es al 7% y sirve para ir acostumbrándose a las sensaciones, la zancada se acorta, el ritmo baja y el pulso sube, pero poco a poco te adaptas y vas avanzando. Antes del km 4 ya empiezo a ver alguno andando, pero la mayoría bajan la cabeza y avanzan como mulas tirando del carro de la gravedad. El silencio es extraño, nadie tiene aliento para una broma o una palabra de ánimo, cientos de corredores subimos mudos por el pinar.

A todo esto el primer 3k me ha salido en un tiempo de mierda, 14:10 o así, en parte por miedo a lo que viene y en parte porque llevo dos meses que solo ruedo, sin una mala sesión de cambios de ritmo, así que el motor no viene como para alegrías. El 5 ni lo veo, pero pico el 6 y calculo que he hecho los dos primeros miles de subida a 5:35, que me parece un ritmo buenísimo y me anima un poco.

Tras pasar el 4 se coge un desvío a la derecha que lleva a la cima en exactamente 13 revueltas, aunque a partir de las 10 la cosa empieza a suavizar un poco. Lo sé porque vivo al lado y me he hecho esta cuestecita varias veces en bici y una corriendo (hace dos semanas). A mitad de subida un chaval alza la vista hacia los corredores que nos preceden y dice: "Mira, como las escaleras del Corte Inglés"; me hace gracia pero es una metáfora visual cojonudamente buena de la fila de lemmings que zigzaguean sobre nosotros por las zetas.

Yo repito el número de la curva que acabo de completar como un mantra hasta que llego a la siguiente, suelto el grupo en el que voy y empiezo a acercarme muy despacio al que me precede, con lo que hago muchos metros solo y noto más el viento pero lo prefiero, aquí la pendiente media es del 10% durante más de un km y cada uno debe llevar su ritmo. Llegando ya arriba veo todos los que aún escalan la ladera y me siento genial; es la imagen más característica de esta carrera (la foto que he puesto es justo la de esa vista, robada de Los Pataliebre, que espero me perdonen el plagio). Ahora ya entramos en la sombra de los pinos y la pendiente suaviza mucho; las piernas empiezan a moverse un poquillo más rápido.



En el 9 comienzan 3 kms. de bajada que saben a gloria, recuerdo ahora lo que me decía Santi el otro día: "No bajes a lo loco como los niños, baja controlado..." y yo que soy corredor poco técnico pero muy disciplinado, me corto con el ritmo y controlo. En las curvas todos abrimos los brazos como si las trazáramos esquiando, la sombra de los pinos es fresca y el olor de la jara estalla en los pulmones, muchos bajamos sonriendo, como sintiéndonos más vivos de lo normal.

Por el 13 se hace un giro a la derecha y empezamos a subir la cuesta de la presa, que es otro muro de unos 500 metros que te deja las piernas temblando. A partir de aquí hay 4 kms. de contínuo sube y baja; si habeis montado en el Dragon Khan de Park Aventura, esto es parecido pero sin ir sentado. Cuesta seguir recuperando tras cada subida pero más o menos lo hago y el ritmo no baja, aunque cuesta abajo los cuádriceps ya no amortiguan y las rodillas se quejan. Hablando de ritmos la cosa va a así: los 6 kms de subida han salido a algo menos de 5:50 de media, la bajada a 4:10 y del 13 al 19 entre 4:20 y 4:30.

En estas se rodea el monasterio del Escorial, que ni lo miro porque voy ya roto y se que aún me falta un kilómetro muy muy malo por el pueblo. De la rotonda del laberinto al principio de la calle Pozas se sube en dos rampas feas, pero cuando giras a la derecha dan ganas de que te presenten al que ha trazado la carrera y tener unas palabras con él. Son 300 metros que no se acaban nunca, en pleno km 19 y con la que llevo ya encima me sale a 4:45 y gracias. Afrontamos la bajada después sin fiarnos, seguro que queda alguna cuesta más por ahí escondida...

Kilómetros finales a 4:16 y 4:13, la cosa ya no da para más. Hace rato que hago cuentas y se que mejoraré bastante la 1h45m que traía como objetivo, al final neto en meta 1:42:10, puesto 135, más cansado que un tonto y más contento que.... en fin. No se si volveré a correr alguna vez esta media, la más dura de Madrid según dicen, pero me alegro mucho de haberla hecho hoy.

Un 10 para la organización, y no lo digo solo porque sean de mi pueblo, sin chorradas pero genial en lo que importa: agua en la carretera y barra libre de cerveza después!

(Pérfil copiado del pulsómetro de un corredor, mucho más realista que el que da la organización)

Creo que voy a seguir entrenando unas semanas más a ver qué pasa.

domingo, 30 de mayo de 2010

Mi primer triatlón olímpico

La imaginación debe ser una de las armas más poderosas del ser humano. No sé si además, es algo que nos distingue del resto de animales. Luego, alguien formuló la frase: "Si puedes imaginarlo, puedes hacerlo"

Pues yo un día imaginé, pensé o soñé que podría hacer un triatlón olímpico. Sin embargo, la realidad es caprichosa a la hora de dar vida a nuestros sueños. Vamos, que ni de coña me habría pensado que esto iba a ser así.

En febrero me fui a Sevilla con ganas de quitarme una espinita en la maratón, y todo fue de maravilla. En la llegada me dieron publicidad del primer triatlón olímpico de Sevilla. Me pareció una señal.

Por no aburrir mucho con la previa, digamos que he nadado un día por semana, corrido dos y salido uno en bicicleta desde aquella prueba hasta esta. Nada del otro mundo (aunque para los runners yo siempre estoy sobre entrenado), pero me parecía suficiente para terminar. Mis temores venían sobre todo por el calor y por no haber rodado más que dos veces en bici de carretera este año. Ambas sólo unos días antes de la prueba.

Volviendo a la imaginación, yo gratuitamente, me había imaginado luchando en un bonito sprint por parar el reloj en las 3 horas. Que iluso.

Como no era mi primer triatlón (sino el segundo) y con varios duatlones más de experiencia, todo el tema de mentalización para transiciones y demás creía llevarlo bien en la cabeza. Llevo la cinta del pulsómetro bajo el mono y el Forerunner se queda encendido y con el recorrido arrancado para bici.

Sin mayores historias me veo descalzo, camino de la salida de natación que se haría dentro del agua. Primer despiste, llevo puesto el dorsal con la gomita que me acabo de probar para ver si entra bien por la cabeza. No pasa nada vuelvo, lo dejo y confirmo la referencia para encontrar la bici, aunque ya sé que habrá poquitas cuando salga.

La salida fue un pequeño carajal. Un pelotón de escapados que se puso a nadar antes de tiempo. Los hacen volver, algunos tiritan en el agua, la gente que no hace caso al speaker... al final arrancamos.

Tomo el primer giro bien y empiezo el primero de los tres tramos largos. Justo cuando me permito pensar que estoy tranquilo y en buena línea me aproximo demasiado a otro nadador y su golpe impacta en mis gafas. No las pierdo, sólo se me mueven y me entra agua. El incidente me desestabiliza durante unos minutos, pero al final me acostumbro. El agua tiene cambios de temperatura bruscos que me hacen sentir incómodo. Salvo eso y las "eses" que presiento que voy haciendo, todo va bien. Salgo titubeante del agua, medio mareado, veo pocos, muy pocos nadadores detrás de mí, pero no me preocupa. A por la bici.

Sin duda influido por los duatlones de montaña que he hecho, no hay otra explicación, me he traído los guantes. Intento durante unos segundos ponérmelos, pero entre el cansancio y las manos mojadas no hay manera. En un momento de lucidez decido desistir y los meto en los bolsillos del mono. Problema resuelto. Empiezo a pedalear y nada más llegar al circuito, en una rotonda que se tomaba contrasentido, a punto estoy de ser arrollado por un pelotón que ya lleva una vuelta en bici. Los gritos de guardias de tráfico y organización al final surten efecto y así se salva el incidente.

Me veo bien en la bici. Cuando llevo un rato tomo una decisión que marcaría el desarrollo del segmento para mí: cojo rueda de dos o tres triatletas que me sacan una vuelta de ventaja. Me siento mal chupando rueda, intento dar algún relevo pero no tengo fuerzas para eso. Al final chupo rueda sin más (gracias, dorsal 251). Sé que voy por encima de mis posibilidades, me lo dice el pulsómetro, pero estoy disfrutando y ando convencido de que los 30ºC me van a hundir en la carrera a pie igualmente. Así que… que me quiten lo bailao. Cuando nos doblan los más máquinas tengo que esprintar para que no me deje mi liebre. Llegamos a ir a 34 km/h en tramos con brisa de cara. La leche.

Sólo soy consciente de ver a mi familia dos veces. El ritmo de la bici, el riesgo de una caída en los giros me tiene absorto.

Tuve dos percances. El primero es que de los dos bidones que llevaba, pierdo el primero en las segunda vuelta (creo). El segundo es que en la segunda o tercera vuelta se me desajusta el cambio de piñones y cada tres o cuatro pedaladas aquello salta. Tampoco me agobio en exceso.

Finalmente, mi liebre me deja. Miro el Fore y llevo, unos 27 kms. En ese momento ya empiezo a mosquearme. De alguna forma me doy cuenta de que contar las vueltas en el tramo ciclista no ha sido un propósito en mi cabeza. Para qué, llevo el Fore. No le doy muchas más vueltas y sigo. El drama se acerca.

No sé si por el mareo del agua, el esfuerzo extra o simplemente por falta de mentalización en un momento dado llego a la rotonda en la que casi me atropellan y en la organización dicen: "Derecha olímpicos, izquierda sprint". El fore marca 35 km. Tiro para la izquierda. Ralentizo. ¿Yo he dado ya 4 vueltas? No estoy seguro. Si es que sí, me jode que sean sólo 35 km. Si es que no, me juego una descalificación. Miro la hora: 17:45h. No puede ser que ya haya acabado Resultado: sigo.

Según sigo, cada vez estoy más convencido de que me he colado. Pero ya no hay marcha atrás. A lo hecho pecho. Eso sí, ahora me acuerdo de aquel bidón de líquido perdido. Creo que por ahí me tomo un gel que llevaba.

¿Os ha gustado el incidente? Pues no es lo mejor. Ahora estoy acabando mi quinta vuelta, chupo rueda de una triatleta sprint (en ese momento cuidar mi orgullo era algo que no entraba en mis planes). De pronto, confundido llego a la conclusión de que... ¡ estoy dando la sexta vuelta! Me he pasado la salida del circuito. Seré… ! Ahora sí, doy media vuelta. La organización me avisa, los guardias me avisan, el viento de cara... sigo, sigo y,... me convenzo de que he alucinado. No me la había pasado.

Ese fue el único instante que pensé: al carajo, tiro la bici. Me duró un segundo. Media vuelta. Otra vez en el sentido de la prueba. La sed no era tan mala como el sentimiento de hacer el gilipollas que tenía al ver de nuevo a los guardias y a los voluntarios que me habían prevenido. Cómo todo llega en esta vida, la salida llegó también. El Fore marca 50 km. Si el circuito está bien medido, seguro que he hecho más.

Transición a correr. Tirón en el muslo al ponerme la zapatilla (el único que tuve). Y a trotar.

Maldigo la pérdida del bidón y a la organización por no tener un avituallamiento cerca. El calor es sofocante. El cuerpo no va. Trato de hacer WalkBreaks, me bebo dos vasos de aquarius de golpe. Esto no hay quién lo arregle. Total, no me voy a preocupar ahora por la marca. Me pongo a andar. Sólo a ratos intento correr. Veo a mi familia. Noto a Mª Jesús preocupada: "he tendido un problema con la bici". "¿Has dado una vuelta de más? me pregunta". Le levanto el pulgar y vuelvo a trotar. Más que nada para que se animen. Al poco sigo andando.

En un tramito, el público me anima y se me erizan los pelos. Los triatletas de otras distancias me animan sin cesar. Uno incluso me ofrece comida, una galleta. Todo eso me hace sentir bien. Pero la deshidratación no perdona.

Ya estoy llegando. Puede que sean los peores 10 km en carrera de mi vida, sólo equiparables a los de mi primer maratón. Allí conseguir hacer como que corría en el último km. Aquí no sería menos. Las piernas responden, el organismo es el que no va. Faltan 50 mts y se me pone en paralelo un triatleta de otra distancia. Decido esprintar sólo por si me hacen una foto, al menos que se me vea. Saco fuerzas de flaqueza y cuando veo que empieza a ceder (él también esprinta) veo a mi hijo Dani que corre a mi lado. Me alegro un montón de que esté allí. Le digo "corre, corre" y acelera tanto que casi me cuesta seguirle. Entrar los dos así en la meta, cómo dice Mastercard, no tiene precio.

Ya se lo he dicho a mi mujer: De estas historias, me tomo un año sabático. Palizas sólo en bici y con los amigos.

Mi objetivo este año va a ser otro.

jueves, 18 de febrero de 2010

Maratón de Sevilla 2010



(El que tenga prisa que deje de leer aquí, porque me pienso explayar)


El porqué

Como dicen en el Sur, hace una pechá de tiempo que no escribo nada en el blog.

La verdad es que el 2009 no acompañó. Preparé a conciencia la maratón de Barcelona y cuando sonó el despertador tenía 37ºC. Soy de los que se están muriendo con 38ºC.

Luego me animé a intentarlo con Vitoria. Dos semanas antes a la cuneta por el ciático. Por cierto, fisioterapeutas del mundo, si a alguien le duele el gemelo al correr y no al ir en bici y os sugiere que puede ser el nervio ciático, al menos, valoradlo !. No digo más.

A partir de ahí llegó el verano, la bici, el pinchazo en la duatlón de Alpedrete (primera prueba en mi vida que no acabo) y la pájara terrible del Festibike, por lo que luego resultó ser el tan temido trancazo de las 5 semanas. David ¿a que tú si que me crees? Los 88 ni mirarlos.

En estas que me planto a mediados de Noviembre, después de 6 meses sin correr, y me digo: Yo me saco la espina de este 2009 en Sevilla. Pero callao y sin agobios. A estos no les digo ná que me asfixian. Y así fue. Al final, claro, se lo dije a mi mejor suporter, mi mujer, y a nadie más hasta que faltaba un mes o así.

La verdad es que el 2009 no acabó tan mal. Rubén, con año y medio y en carrito, Daniel con 7 años, Mª Jesús y yo conseguimos acabar los 6,2 kms de la San Silvestre de Murcia, siguiendo el magnifico sistema de los Walkbreaks (o corriandar para Canito) traducido en 4 minutos corriendo y uno andando. Todo un logro.

Pues sí, que venga, que me apunto a Sevilla. Al final os haré un resumen estadístico del entrenamiento, pero ahora voy a hacer un resumen filosófico.

Se trataba de hacer un experimento. El experimento era: A ver cómo consigo mejorar mi marca en maratón (4h4') entrenando lo menos posible, con confianza en mis posibilidades y sin que tenga el agobio ese de los planes de 16 semanas que tanto estresan. Muñoz se mete mucho conmigo y da en el clavo. De cada filosofía distinta de la preparación del maratón, yo cojo lo que más me conviene. A ver, que este tío dice que las tiradas largas no son imprescindibles. Me lo apunto. Este dice que entrenando 3 días por semana vale. Me lo apunto. Este dice que se puede andar a ratos y no se pierde nada. Me lo apunto. Y así sucesivamente. Eso sí, complementando con un poco de natación y lo que se pueda de rodillo, que es que yo ya soy un triatleta, de momento Sprint y esperando ser olímpico pronto. Pero es otra historia.

En estas que nos plantamos en Sevilla la familia al completo y con mi "plan" hecho y sano. Se ha cumplido mi mayor deseo: Estar en la línea de salida.

La carrera

El día antes entero pateando Sevilla y la caminata de 30 minutos no van a ser excusa. El frío gélido no es lo ideal, pero me va bien. Todo está en orden. Miro a mi alrededor y veo gente tensa, corriendo y no precisamente para calentar. Buscando esto, y aquello. Me veo un poco ajeno. Yo he venido a disfrutar.

En la cafetería hay cosas que me hacen sonreír. Alguien dice "noooooo" cuando la camarera pone leche en el café. Esta no se ha enterado que el manual manda cafeína pero no lactosa :-). Por primera vez en mi vida el aseo de tíos tiene cola con 3 urinarios libres. Los intestinos mandan.

Me voy al estadio. Un lujo. ¡Qué organización, qué ambiente!. Merece la pena. Perfecto el tema del guardarropa. A penas me da tiempo a quitarme las cosas en la cola de entrega de la bolsa. Ultima meadita y a la pista. En el acceso descubro la pista de calentamiento, bajo la grada, con calles. Lo que tienen las instalaciones de verdad. En el estadio no hay mucha gente, pero si un buen ambiente. Busco satélites para el Fore y me meto por ahí sin fijarme mucho donde. Fermín Cacho suelta una charla y salimos.

Alguno comenta que en el túnel de salida habrá atasco. Acierta. Es una pena, porque es el único pero que se le puede poner a este recorrido. Tenía configurado el gps para guardar parciales cada 2,5 kms. El primer parcial fue el más lento de todo mi maratón.

Voy tranquilo, no tengo la sensación de estar en una competición, sino empezando otro rodaje más. Me concentro en no acelerarme. Hay gente que va muy abrigada. Lo entiendo. Yo corrí con guantes hasta el km 35. Lo más sorprendente que allá por el km 10 aún había participantes corriendo con los plásticos estos de no pasar frío en la salida. Hay gente pa tó.

En un momento dado me quedo detrás de una chica porque veo que me acelero y decido engancharme. Un amigo o conocido le da conversación en bicicleta. Ella le cuenta que esa noche ha soñado que ya había corrido la maratón. Recuerda hasta el tiempo en la meta: 4h 14’. Al despertarse le cuesta saber en qué día está. A los pocos metros, debajo de un puente, unas animadoras de algún participante llevan una pancarta que dice:

“Si puedes soñarlo, puedes hacerlo”

- “Ves” dice el ciclista. “Puedes hacerlo”

Los kilómetros van pasando sin novedad. Muy bien de pulsaciones, mejor de lo esperado, y poco a poco acercándome a la media prevista. En esto me colé. Confié en exceso en el gps y quizás fui demasiado conservador en la primera parte. Al final de la carrera la diferencia entre el tiempo real y la media del gps fue de 3 seg / km. Demasiado.

Sobre el km 17 me esperan mi supporters. Me emociono. ¡Es tan bonito que te apoyen!

Ya había tomado mi primer gel PowerBar en el 15. Los otros serían en el 25 y en el 35. Me sentaron de maravilla. Todos las veces que bebí y tomé gel lo hice andando. Sólo anduve en esos momentos. Lo considero un acierto.

En un avituallamiento se me cae un guante. Retrocedo a buscarlo. Ya son ganas.

En la media me veo tan bién que acelero un poco. Quizás esto no fue un acierto, pero me hacía ilusión hacer algo que me parece difícil: hacer más rápida la segunda mitad que la primera. Fallé por 20 segundos.

En el km 28, todo bien. Sobre el 33 veo por última vez a Mª Jesús y los niños, y a Jorge Plá, que será el que los acerque al estadio. Gracias otra vez.

Las piernas ahí ya van mal. Quitando el comienzo, el peor parcial fue el 35 – 37,5. ¿Qué esperabas? Me digo. No se puede salir de rositas. Aunque las piernas van mal, intento que no decaiga mucho el ritmo. Cada km es más largo. Milla 25. Me invade el recuerdo de la milla de Boadilla. Esta vez tardaría un poco más en completarla.

Llegando al estadio, coincido con una chica que va en una silla de ruedas adaptada con pedales de mano. La gente aplaude. Sé que son aplausos para ella, pero me ponen la piel de gallina igualmente.

Bajamos la rampa y entro en la pista. No veo a los míos, aunque les siento presentes. Las piernas me avisaban de problemas, pero yo no soy capaz de acabar una carrera a ritmo. Esprinto y a eso de 30 metros de la línea de llegada me da un tirón en muslo izquierdo que casi me deja seco. Le digo que se tendrá que aguantar a la pierna. Ya no hay nada que me pare. 3:50 y algo. Hecho.

Por cierto, me acabo de dar cuenta que seguramente es la primera maratón que no he pensado: "Quién me mandaría meterme en esto" "No la vuelvo a correr nunca más"

¡¡¡ Y todo esto sin pulsera powerbalance !!!

Al llegar no sólo me dan una toalla para no enfriarme, sino que ya dentro de la grada en una sala de descanso con silla, viene un chico y ¡me quita el chip!. No le dí propina porque no llevaba un duro.

Al final el único fallo logístico: No había quedado con mi mujer donde nos veríamos. Un amable señor y una llamada perdida arreglan el problema.

El cómo

Este es el entrenamiento con el que muchos no daban ni un duro…

Últimas 12 semanas excluyendo la de la maratón:

- Kms Totales 360 ( Media de 30 por semana )
- Semana de más kms 46,7.
- Semanas de más de 40 kms: 4
- Tiradas de más de 25 kms: 1 (26kms)
- Tiradas entre 20 y 25 kms: 3 (contando la media maratón de Getafe)
- Tiradas entre 12 y 20 kms: 14 -> Esta creo que es la clave.
- 9 días de natación, de media 60 largos. Entre 12 semanas, sale a 45 largos por semana.
- 8 días de rodillo, de media unos 57'. Entre 12 semanas sale a 38' por semana.

Media por semana: 30 kms running, 38' rodillo, 45 largos

viernes, 12 de febrero de 2010

La ELA existe.

"De cada 10.000 tréboles,
nace uno con 4 hojas.
De cada 2.000 personas,
nace una con una
ENFERMEDAD RARA"

La esclerosis lateral amiotrófica (abreviadamente, ELA) es una enfermedad degenerativa de tipo neuromuscular por la cual las motoneuronas disminuyen gradualmente su funcionamiento y mueren, provocando una parálisis muscular progresiva... (más)


Mi mujer me ha pasado por correo esta foto y todos los datos de una carrera que va a merecer la pena disfrutar. Ya estoy apuntado:

Me hace mucha ilusión ir a esta carrera, y me haría más aún si os apuntáis, cuantos más mejor.