sábado, 14 de marzo de 2015

Crónica Maratón de Sevilla 2015 (La última misión del capitán Spock)


Fecha estelar -307856.56, ya estoy dentro del huésped, es momento de explicar como he llegado aquí, por si algo sale mal.

En otra misión de la nave interestelar "Entreprise" 
de exploración del universo profundo, el capitán Kirk me ha pedido liderar el proceso de investigación, si bien esta misión tiene algo nuevo, estamos probando una forma de contactar con los habitantes de un planeta fuera de la federación, sin ser detectados pero pudiendo vivir y sentir su realidad. El proceso ha sido denominado por el doctor McCoy como transmentalización y sólo un vulcano esta preparado para ello.

El proceso consiste en la sincronización de las neuronas del investigador con las del huésped elegido, no hay ningún peligro físico pero solo un vulcano puede soportar el hecho de vivir en la mente de otro ser, teniendo incluso capacidad motora pero sabiendo que no es posible intervenir bajo ninguna circunstancia.



Solo existe el peligro de que durante el proceso el huésped sufra un accidente y no se pueda revertir, por esa razón se ha elegido un huésped tipo, de edad media y buena salud. Además el experimento tendrá lugar durante una prueba que los habitantes del planeta consideran un reto físico y mental, por lo que tendré la oportunidad de entender un poco más a esta especie.

Pensar y recibir los pensamientos de otro ser a la vez de los míos, es más costoso de lo esperado, voy a callar mi mente y a dejar que el huésped hable.







Despropósito tras despropósito he llegado aquí, los planes no se han seguido, estoy rodeado de corredores pero estoy solo, y ese no era el plan, al menos no era mi plan.
Estoy en una calle ancha de tres carriles en cada sentido dispuesto a correr una maratón, la maratón de Sevilla. Realmente no soy consciente ya que casi siempre corro en Madrid, en mi Madrid.
El objetivo, al contrario que el anterior maratón es sufrir, no me siento capaz de cumplir mi objetivo, 5:10 el kilómetro durante 42 para alcanzar 3:38, que resulta de mutiplicar por 2,2 mi mmp en la media maraton de Getafe de este mismo año.
He entrenado a ritmos por encima de 5:45, me duele el pie derecho y no siento la cabeza preparada para el reto mental que un maratón supone, sólo me queda eso, sólo me queda sufrir.
Comienza la carrera, parece que salimos cuesta abajo, desde luego seguimos el curso del Guadalquivir en su destino al océano, enseguida y de manera milagrosa obtengo mi ritmo pensado, es cierto que voy pendiente del gps pero no me cuesta seguir el ritmo, el primer objetivo seria pasar la media en 1:39 con muy buenas sensaciones. Mientras me sumo en mi soledad me sorprendo al ser abrazado por un runner, es Davide ¿Como puede ser si han salido en cajones delante de mi? Me explica que no han podido colocarse que han salido atrás,  "y Pablo?" - pregunto - "Va ahí delante concentrado". Ni le veo, me despido de David sabiendo que ya no volveré a verles hasta la meta, van mas rápido y han hecho los deberes.
La  carrera cruza el río, pasa por la torre del oro y se acerca al km6 donde me espera la familia y el resto de la compañía,  los busco en la derecha donde hemos quedado durante cientos de metros, esto me sirve para olvidarme del dolor del pie que estoy sufriendo desde la salida.
No voy bien pero no voy mal, realmente es la cabeza la que va mal quería ir en torno a 160 pulsaciones y voy por encima de 165, incluso veo 170 en algún momento en los primeros km.
Paso el km 6 y saludo feliz y sonriente y vuelvo sumirme en mi carrera, hasta el 16 no tengo que volver a sonreír. Me meo todo, pero me aguanto, pero me sigo meando. Sigo a ritmo e intento acoplarme detrás de cualquiera que vaya a mi ritmo.

Se acerca el km 10 llevo un gel en la mano desde la salida lo abro y lo devoro acompañado de sorbos de agua.
No se donde estoy, el sol me molesta y me deja de molestar según giramos por calles desconocidas y la orientación cambia. Estoy completamente desorientado algo que no me pasa nunca, descubrir que no se a donde voy se convierte en una agradable sensación, los km pasan a ritmo.

Llega el 16 vuelvo a sonreír, choco manos y dejo de sonreír, hay que seguir corriendo hasta el 31 no volveré a ver a la familia y ahí ya debería saber de que va esto.


Llego al 20 y saco el segundo gel ya me he dado cuenta que los avituallamientos líquidos no están donde deben pero avisan con un cartel cientos de metros antes y hay muchos voluntarios y mesas, lo peor es que dan el agua en vasos, preparo el gel y cojo el agua, me atraganto al tragar del vaso corriendo, no es nada cómodo beber agua en vaso mientras corres, toca toser y toso sin parar de correr. No sabría decir si esto ocurre antes o después de pasar la media.
Las pulsaciones siguen desbocadas por encima de 165 pero estables, se que soy capaz de correr una media por encima de 170 pero no se mas allá.  Paso la media en tiempo objetivo con buenas sensaciones rodeado de buenos corredores y animado por las palmas de los sevillanos, que alegría.

La carrera continua por lugares desconocidos y voy marcando ritmos ideales, la media por kilómetro me dice que voy a 5:07 mejor imposible, me sorprendo corriendo a ritmos que considero rápidos con sensaciones de paseo dominguero, en el fondo no me estoy esforzando - pienso -, aunque mi corazón no dice eso. Los kilómetros pasan rápidos y eso es bueno, no miro apenas el reloj, voy muy concentrado. Me despisto observando a la gente animando, se notan las caras de preocupación en los familiares buscando a sus corredores, los gritos de ánimo, las canciones y las palmas hacen que me emocione, que bonito es correr una maratón, que bonito es correrlo en Sevilla, no puedo permitirme el lujo de emocionarme, afecta a mi rendimiento vuelvo mi cabeza a lo que estoy haciendo y me concentro.


Llega el 30 donde hay que tomarse otro gel y el 31 donde vuelve a esperar la familia, tengo que sonreír, me viene bien para la moral chocar manos con mis niños, los siguientes km se me hacen largos, en el 33 me vuelve a esperar la familia y el miedo empieza a hace mella, quiero que llegue el 33 y saber que ya no tengo que preocuparme por sonreír, así ocurre paso el 33 y algo empieza a cambiar en mi cuerpo. Es poco a poco, tan despacio que no me doy cuenta, entramos en el parque de María Luisa y parece otra carrera. Veo el km 35 miro el reloj 3 horas justas que era lo planeado no puedo evitar gritar: "Soy una puta máquina" y comienza el declive.

Llegamos a plaza España y no lo paso tan mal como me habían contando, no hay nada como esperar un infierno y sentirte en el olimpo, corriendo por un estrecho camino que hacen los que te animan al rodear la plaza. En mi felicidad ingenua oigo detrás de mí "Navamorcuende" y sonrío, no supe quien era hasta que Carlos me mando esta foto, gracias por los ánimos.


























Salimos del parque y nos dirigimos al centro de la ciudad, creo que voy mirando el reloj cada 100 metros porque a penas avanza, me doy cuenta que los corredores que me rodean han dejado de correr y mueven sus piernas como palos, yo estoy igual acaba de llegar nuestro amigo el hombre del mazo, o en mi caso creo que uno más pequeño el duende del mazo se ha metido en mis piernas y no me deja correr como hasta ahora. Algunos corredores se paran a andar, otros caen al suelo fulminados por un calambre y son ayudados inmediatamente por algún voluntario que intenta estirar el músculo afectado y minimizar el tremendo dolor. Un corredor es sujetado por un policía mientras anda y se niega a parar, le miro a la cara y está completamente ido, yo sigo corriendo, km 36, km37, km 38 que despacio va esto, pico estos km por encima de 5:15 y veo las pulsaciones en casi 180, no encuentro ningún motivo para acelerar.


Pero veo a Joanna. A 5 metros delante de mí una corredora portuguesa es animada por las gentes, sólo está a 5 metros, y puedo cogerla, la cojo corro con ella un par de km y luego la dejo - pienso, pero no me doy cuenta que la carrera ahora pica para arriba y Joanna se me va, cualquier excusa es buena para motivarse pero Joanna no me ayuda.

km 39, que despacio va ahora el tiempo, salimos del centro de Sevilla y nos dirigimos al estadio olímpico, volvemos a cruzar el Guadalquivir, paso el km 40 esto ya esta hecho, entonces al entrar en la última rotonda veo a Pablo sujetado por un policía mientras se agarra los isquios y su cara de dolor demuestra que esta vez si se ha esforzado. Le grito "malditos calambres" y mientras caigo en la cuenta de que puedo ser medalla de bronce y no acabar el último del grupo, sólo puedo pensar que tengo que encontrar a la mujer de Pablo y decirla que está bien, que sólo son calambres y que ahora viene, gracias a este pensamiento me paso los dos últimos km de carrera sólo pensando en eso y buscando la cara de María Jesús, voy por la derecha pero creo que en la entrada al estadio iban a estar a la izquierda, efectivamente ella me ve y me grita algo y yo le digo "Está bien, Pablo está bien, sólo son calambres ahora viene".


Y entro en el túnel de entrada al estadio, no me he dado cuenta pero esto se ha acabado, sin embargo queda lo mejor, el túnel da paso al estadio.


Caaaaaaanooo - me grita Carlos - y Pablo?,  "Atrás, ahora viene ha parado por calambres" -le grito.


Piso el tartán y miro las gradas, a la derecha están vacías, a la izquierda están llenas tengo 300 metros para disfrutar de este momento. Me obligo a sonreír, y levanto los brazos y aplaudo, esto se acaba, y en medio de tanta gente veo a Ruben animándome, que alegría, aplaudo y levanto las manos, ya no me obligo a sonreír, me sale solo.




Tres horas, cuarenta minutos y veintiséis segundos.


Tiempos, fotos y videos 


Números kilómetro a kilómetro


He triunfado. 


Creo que he corrido como si hubiera alguien muy especial dentro de mí. Oigo una voz en mi interior que me dice: Larga vida y prosperidad.


En recuerdo de Leonard Nimoy