miércoles, 29 de octubre de 2014

Valle del Tabladillo y Hoces del rio Duratón. (Riaza VII)

Este año, era un año especial y aunque se hizo esperar al final tuvimos nuestro Riaza, fue de dos días, pero dos días muy completos.


Primer día. Valle del Tabladillo y más.

Esta es la ruta que pensábamos hacer:

Y esta es la que hicimos finalmente según mi gps.

Pasa un año y se nos olvidan las cosas, juntamos dos rutas, suponemos que no será para tanto y al final pasa lo que pasa, lo voy a dejar por escrito a ver si nos acordamos: No hacer nunca una ruta en el sentido contrario a la ruta original.

Salimos de Burgomilllodo por entre las casas, en los primeros 100 metros ya vemos los tejados, imposible ir en bici hay que empujar. Esta claro que la ruta original no subía por aquí.




Fran un año más tiene problemas técnicos, esta vez parece que ha pinchado, qué extraño?



El camino aparece y desaparece, muchas veces lo imaginamos, en la siguiente foto al menos se puede ver claramente por el tipo de caminos que hemos circulado esta vez.


Dudamos si coger un camino u otro pero vamos avanzando, el track manda, el track es nuestro guía, seguimos un sendero lleno de piedras que comienza a bajar, la bici va muy bien, pero las piedras son muy grandes, Fran va primero y David me adelanta, vamos muy rápido, pienso, tengo que parar a descansar porque no aguanto la tensión en los brazos, me pasan Pablo y Carlos, hay que seguir, me lo estoy pasando pipa.

"Caída"

Se oye por el walkie, voy el último y cuando llego veo todas las bicis en el suelo, y los cuatro juntos, David está sangrando, no veo nada, y no puedo hacer nada, veo sangre en las manos y el pie, pero David es un portento, no se queja. "he dado la voltereta" dice mientras se aprieta el dedo. "Que te duele?" se oye, "el dedo me duele el dedo, bueno y un poco el tobillo", increíble, acaba de clavar la rueda, dar una voltereta sobre su cabeza cayendo sobre un lecho de piedras segovianas y le duele el dedo. Fran saca el botiquín y empieza a hacer un despliegue de medios que ni la mochila de Hermione, Carlos comienza la primera cura.

Nos hemos asustado, pero no ha pasado nada.


Tardamos cerca de hora y media en hacer 10km, el pueblo de Valle del Tabladillo nos espera abajo. Una fuente, un poco de tranquilidad y una segunda cura para asegurar una buena cicatrización.




El pueblo recoge su nombre del valle que a continuación empezamos a recorrer, nos sorprende un sendero divertido y los buitres acompañando.


Hay que hacer una parada, es hora de comer, pero pasamos por un par de pueblos y no hay ningún lugar donde nos den de comer. En 5km está Fuentidueña, allí podréis comer, nos dicen.


Los 5 km se convierten en casi hora y media de pedaleo, está claro, y ya lo dijo Einstein que en función del sistema elegido el tiempo y la distancia es diferente, voy a dejar esto también por escrito: nunca os fiéis de las distancias ni los tiempos que os da alguien que va en coche a todos los sitios.

Conseguimos comer en Fuentidueña a pesar de la hora, pero no hay tiempo para relajarse, hay que seguir, vamos muy mal de tiempo, en cuanto montamos se nos atraganta el café, la ruta asciende de manera exigente hasta el castillo del pueblo.


Continuamos hasta llegar al embalse de las Vencías, el camino desaparece siguiendo el track junto al pantano y no hay ánimos para explorar.

Decidimos seguir una pista confiando en el gps de Carlos, la pista desaparece y me imagino un sendero, recuerdo cuando hice la ruta que pensé, aquí no hay camino en unos metros, tiro del grupo, hasta encontrar el camino. Oigo las quejas, pero ha habido tantas hoy que lo único que queda es continuar.





Cansados el track nos regala un espectáculo, a 20 metros, decenas de buitres protegidos por unas vallas vuelan bajo, le observamos, o ellos nos observan:


Ahora hay que bajar hasta llegar a San Miguel de Bernuy, y seguir el curso del río Duratón, no hay tiempo para bromas, fotos del precioso paraje, ni siquiera para volver a perderse, aunque casi lo conseguimos otra vez al no tener claro si había o no que cruzar el ría. No queda mucho para anochecer, pedaleamos intentado disfrutar del paraje y sin hablar mucho, llevamos todo el día encima de la bici.

Por fin llegamos.

Segundo día: San Frutos, hoces del río Duratón

Otra vez la ruta prevista:

Y lo grabado:

Hoy, la cosa pinta mejor, hemos revisado la ruta y ya sabemos que nada más empezar subimos como ayer a lo alto de las hoces pero esta vez por carretera, vamos charlando y disfrutando del camino a la vez que nos preguntamos por qué razón ayer tuvimos que ir por el infierno que vamos dejando a la derecha.


Se me ha olvidado comentar que este año dejé y con mucha pena, mi bici, mi Rock Rider 8.1 en casa, después de 6 Riazas seguidos y más de 10.000 km de puro mountain bike, decidí alquilar una 29 para probar una de verdad. Y como estaba de prueba pues también cogí alguna de las dobles de 26 del grupo. La conclusión es clara, la bici más cara es la mejor.

Una de las modificaciones a la ruta original que hice fue un paseo a la ermita de San Frutos, patrón de Segovia, las fotos hablan por si solas de la belleza del lugar.



Estamos en lo alto de las hoces, mires donde mires ves buitres.

Salimos de San Frutos y entramos en San Track, mucho track, mucha ruta, mucha preparación pero otra vez más nos toca ir campo través, me imagino que estoy en el último lugar del mundo, perdido y sin cobertura y entonces nos encontramos con un lugareño paseando, vamos bien, seguro que llegamos a algún lugar.

Efectivamente, nos acercamos al camino que nos bajará al interior de las hoces del río Duratón, da vértigo.




Las hoces se hacen muy divertidas, aunque con la 29 menos, no se culebrea sino que ciclas como un tractor pasando por encima de baches, piedras, ramas y curvas.

No paramos mucho, todavía quedan muchos kilómetros por hacer y la experiencia nos dice que no sabemos lo que tardaremos, una foto rápida y a seguir.



Llegamos a Sepúlveda, que como no está en lo alto, puff que paliza, pero bueno que mejor sitio que Sepúlveda para comer.


Con el estómago lleno y en mi caso los judiones jugando al corro de la patata en mi estómago, reemprendemos la marcha. 

Otra vez, sí otra vez el camino desaparece, saltamos una valla y subimos lo que parece un torrente, David está contento, le ha sentado bien la comida, como el mismo diría, "Tiene sonrisa de jugón"


El camino avanza, y es variado, de repente en un llano uno empieza a tirar, el grupo se alinea y empezamos a hacer relevos como quinceañeros, no tenemos ni idea, pero la cosa es correr cada vez más rápido, no se descuelga nadie y nos divertimos, que de eso se trata, llegamos a un pueblo y alguien dice "Qué fuertes estáis"

Entramos en una arboleda, no recuerdo que tipo de árbol es, ahora sólo miro el suelo, lo que nos faltaba un arenal, nos salimos del camino, vamos entre árboles, imposible ciclar, pero bueno esto que es? no se acaba? luchamos contra la arena y tras un par de kilómetros conseguimos pisar terreno duro. Creo que este es el Riaza más variado de todos los que hemos hecho.

Tenemos sed.


Estamos acabando, alguno de los fotógrafos está fuerte y se gusta haciendo fotos, vemos las nubes a lo lejos y aunque pensamos en la lluvia nadie dice nada.


Esto es terreno de rígida 29, piso el acelerador y me voy, eso sí, imposible irse sólo siempre alguien aguanta el ritmo


El track se desvía para hacer una última subida y despedirnos desde lo alto de uno de los meandros del Duratón de las hoces, la ligera escalada merece la pena, otra vez el paisaje nos regala vistas inolvidables.

Pablo pincha a falta de 5 kilómetros. ¿pero no llevaba tubeless?


Una bajada larga, rápida, amplia y peligrosa nos despide de este Riaza, es hora de volver a casa.