martes, 22 de junio de 2010

Media Maratón de San Lorenzo del Escorial 2010

El cartel de esta carrera, pintado por un niño, es también su mejor resumen. Solo 2 kms. más o menos llanos en todo el recorrido, el resto es subida o bajada salvaje, sin piedad. Cualquier intento de coger un ritmo constante se desintegra contra las paredes de granito del Abantos.

Últimamente le he perdido el punto a las carreras, disfruto más de los entrenamientos que de las competiciones, no me emociono en la salida ni con los ánimos del público, pero sí conservo las malas sensaciones y el miedo al sufrimiento. Hoy miro a los otros corredores tomando un café antes de salir y me veo el más gordo y menos entrenado de todos. Vaya pinta de máquinas que tienen la mayoría... aquí todos saben a lo que vienen y el nivel parece alto, en ese momento tengo claro que sudaré mucho para no llegar entre los últimos.

La salida es auténtica, ni música de carros de fuego ni leches: el señor del micro describe el recorrido, después dice que en un minuto salimos, suena el disparo y al lío.

El primer kilómetro ya te mete en una cuestecita al 3% o así, que parece poca cosa porque todos venimos con el Abantos en la cabeza, pero para empezar no está mal. Luego se baja lo subido, pasamos por salida y a la carretera de Guadarrama, a disfrutar de mil metros casi llanos, hasta la curva de entrada a Abantos.

Del 3 al 9 es todo subida, pero no es toda igual, lo duro son solo los primeros 4 kms. El primer mil es al 7% y sirve para ir acostumbrándose a las sensaciones, la zancada se acorta, el ritmo baja y el pulso sube, pero poco a poco te adaptas y vas avanzando. Antes del km 4 ya empiezo a ver alguno andando, pero la mayoría bajan la cabeza y avanzan como mulas tirando del carro de la gravedad. El silencio es extraño, nadie tiene aliento para una broma o una palabra de ánimo, cientos de corredores subimos mudos por el pinar.

A todo esto el primer 3k me ha salido en un tiempo de mierda, 14:10 o así, en parte por miedo a lo que viene y en parte porque llevo dos meses que solo ruedo, sin una mala sesión de cambios de ritmo, así que el motor no viene como para alegrías. El 5 ni lo veo, pero pico el 6 y calculo que he hecho los dos primeros miles de subida a 5:35, que me parece un ritmo buenísimo y me anima un poco.

Tras pasar el 4 se coge un desvío a la derecha que lleva a la cima en exactamente 13 revueltas, aunque a partir de las 10 la cosa empieza a suavizar un poco. Lo sé porque vivo al lado y me he hecho esta cuestecita varias veces en bici y una corriendo (hace dos semanas). A mitad de subida un chaval alza la vista hacia los corredores que nos preceden y dice: "Mira, como las escaleras del Corte Inglés"; me hace gracia pero es una metáfora visual cojonudamente buena de la fila de lemmings que zigzaguean sobre nosotros por las zetas.

Yo repito el número de la curva que acabo de completar como un mantra hasta que llego a la siguiente, suelto el grupo en el que voy y empiezo a acercarme muy despacio al que me precede, con lo que hago muchos metros solo y noto más el viento pero lo prefiero, aquí la pendiente media es del 10% durante más de un km y cada uno debe llevar su ritmo. Llegando ya arriba veo todos los que aún escalan la ladera y me siento genial; es la imagen más característica de esta carrera (la foto que he puesto es justo la de esa vista, robada de Los Pataliebre, que espero me perdonen el plagio). Ahora ya entramos en la sombra de los pinos y la pendiente suaviza mucho; las piernas empiezan a moverse un poquillo más rápido.



En el 9 comienzan 3 kms. de bajada que saben a gloria, recuerdo ahora lo que me decía Santi el otro día: "No bajes a lo loco como los niños, baja controlado..." y yo que soy corredor poco técnico pero muy disciplinado, me corto con el ritmo y controlo. En las curvas todos abrimos los brazos como si las trazáramos esquiando, la sombra de los pinos es fresca y el olor de la jara estalla en los pulmones, muchos bajamos sonriendo, como sintiéndonos más vivos de lo normal.

Por el 13 se hace un giro a la derecha y empezamos a subir la cuesta de la presa, que es otro muro de unos 500 metros que te deja las piernas temblando. A partir de aquí hay 4 kms. de contínuo sube y baja; si habeis montado en el Dragon Khan de Park Aventura, esto es parecido pero sin ir sentado. Cuesta seguir recuperando tras cada subida pero más o menos lo hago y el ritmo no baja, aunque cuesta abajo los cuádriceps ya no amortiguan y las rodillas se quejan. Hablando de ritmos la cosa va a así: los 6 kms de subida han salido a algo menos de 5:50 de media, la bajada a 4:10 y del 13 al 19 entre 4:20 y 4:30.

En estas se rodea el monasterio del Escorial, que ni lo miro porque voy ya roto y se que aún me falta un kilómetro muy muy malo por el pueblo. De la rotonda del laberinto al principio de la calle Pozas se sube en dos rampas feas, pero cuando giras a la derecha dan ganas de que te presenten al que ha trazado la carrera y tener unas palabras con él. Son 300 metros que no se acaban nunca, en pleno km 19 y con la que llevo ya encima me sale a 4:45 y gracias. Afrontamos la bajada después sin fiarnos, seguro que queda alguna cuesta más por ahí escondida...

Kilómetros finales a 4:16 y 4:13, la cosa ya no da para más. Hace rato que hago cuentas y se que mejoraré bastante la 1h45m que traía como objetivo, al final neto en meta 1:42:10, puesto 135, más cansado que un tonto y más contento que.... en fin. No se si volveré a correr alguna vez esta media, la más dura de Madrid según dicen, pero me alegro mucho de haberla hecho hoy.

Un 10 para la organización, y no lo digo solo porque sean de mi pueblo, sin chorradas pero genial en lo que importa: agua en la carretera y barra libre de cerveza después!

(Pérfil copiado del pulsómetro de un corredor, mucho más realista que el que da la organización)

Creo que voy a seguir entrenando unas semanas más a ver qué pasa.