miércoles, 29 de octubre de 2014

Valle del Tabladillo y Hoces del rio Duratón. (Riaza VII)

Este año, era un año especial y aunque se hizo esperar al final tuvimos nuestro Riaza, fue de dos días, pero dos días muy completos.


Primer día. Valle del Tabladillo y más.

Esta es la ruta que pensábamos hacer:

Y esta es la que hicimos finalmente según mi gps.

Pasa un año y se nos olvidan las cosas, juntamos dos rutas, suponemos que no será para tanto y al final pasa lo que pasa, lo voy a dejar por escrito a ver si nos acordamos: No hacer nunca una ruta en el sentido contrario a la ruta original.

Salimos de Burgomilllodo por entre las casas, en los primeros 100 metros ya vemos los tejados, imposible ir en bici hay que empujar. Esta claro que la ruta original no subía por aquí.




Fran un año más tiene problemas técnicos, esta vez parece que ha pinchado, qué extraño?



El camino aparece y desaparece, muchas veces lo imaginamos, en la siguiente foto al menos se puede ver claramente por el tipo de caminos que hemos circulado esta vez.


Dudamos si coger un camino u otro pero vamos avanzando, el track manda, el track es nuestro guía, seguimos un sendero lleno de piedras que comienza a bajar, la bici va muy bien, pero las piedras son muy grandes, Fran va primero y David me adelanta, vamos muy rápido, pienso, tengo que parar a descansar porque no aguanto la tensión en los brazos, me pasan Pablo y Carlos, hay que seguir, me lo estoy pasando pipa.

"Caída"

Se oye por el walkie, voy el último y cuando llego veo todas las bicis en el suelo, y los cuatro juntos, David está sangrando, no veo nada, y no puedo hacer nada, veo sangre en las manos y el pie, pero David es un portento, no se queja. "he dado la voltereta" dice mientras se aprieta el dedo. "Que te duele?" se oye, "el dedo me duele el dedo, bueno y un poco el tobillo", increíble, acaba de clavar la rueda, dar una voltereta sobre su cabeza cayendo sobre un lecho de piedras segovianas y le duele el dedo. Fran saca el botiquín y empieza a hacer un despliegue de medios que ni la mochila de Hermione, Carlos comienza la primera cura.

Nos hemos asustado, pero no ha pasado nada.


Tardamos cerca de hora y media en hacer 10km, el pueblo de Valle del Tabladillo nos espera abajo. Una fuente, un poco de tranquilidad y una segunda cura para asegurar una buena cicatrización.




El pueblo recoge su nombre del valle que a continuación empezamos a recorrer, nos sorprende un sendero divertido y los buitres acompañando.


Hay que hacer una parada, es hora de comer, pero pasamos por un par de pueblos y no hay ningún lugar donde nos den de comer. En 5km está Fuentidueña, allí podréis comer, nos dicen.


Los 5 km se convierten en casi hora y media de pedaleo, está claro, y ya lo dijo Einstein que en función del sistema elegido el tiempo y la distancia es diferente, voy a dejar esto también por escrito: nunca os fiéis de las distancias ni los tiempos que os da alguien que va en coche a todos los sitios.

Conseguimos comer en Fuentidueña a pesar de la hora, pero no hay tiempo para relajarse, hay que seguir, vamos muy mal de tiempo, en cuanto montamos se nos atraganta el café, la ruta asciende de manera exigente hasta el castillo del pueblo.


Continuamos hasta llegar al embalse de las Vencías, el camino desaparece siguiendo el track junto al pantano y no hay ánimos para explorar.

Decidimos seguir una pista confiando en el gps de Carlos, la pista desaparece y me imagino un sendero, recuerdo cuando hice la ruta que pensé, aquí no hay camino en unos metros, tiro del grupo, hasta encontrar el camino. Oigo las quejas, pero ha habido tantas hoy que lo único que queda es continuar.





Cansados el track nos regala un espectáculo, a 20 metros, decenas de buitres protegidos por unas vallas vuelan bajo, le observamos, o ellos nos observan:


Ahora hay que bajar hasta llegar a San Miguel de Bernuy, y seguir el curso del río Duratón, no hay tiempo para bromas, fotos del precioso paraje, ni siquiera para volver a perderse, aunque casi lo conseguimos otra vez al no tener claro si había o no que cruzar el ría. No queda mucho para anochecer, pedaleamos intentado disfrutar del paraje y sin hablar mucho, llevamos todo el día encima de la bici.

Por fin llegamos.

Segundo día: San Frutos, hoces del río Duratón

Otra vez la ruta prevista:

Y lo grabado:

Hoy, la cosa pinta mejor, hemos revisado la ruta y ya sabemos que nada más empezar subimos como ayer a lo alto de las hoces pero esta vez por carretera, vamos charlando y disfrutando del camino a la vez que nos preguntamos por qué razón ayer tuvimos que ir por el infierno que vamos dejando a la derecha.


Se me ha olvidado comentar que este año dejé y con mucha pena, mi bici, mi Rock Rider 8.1 en casa, después de 6 Riazas seguidos y más de 10.000 km de puro mountain bike, decidí alquilar una 29 para probar una de verdad. Y como estaba de prueba pues también cogí alguna de las dobles de 26 del grupo. La conclusión es clara, la bici más cara es la mejor.

Una de las modificaciones a la ruta original que hice fue un paseo a la ermita de San Frutos, patrón de Segovia, las fotos hablan por si solas de la belleza del lugar.



Estamos en lo alto de las hoces, mires donde mires ves buitres.

Salimos de San Frutos y entramos en San Track, mucho track, mucha ruta, mucha preparación pero otra vez más nos toca ir campo través, me imagino que estoy en el último lugar del mundo, perdido y sin cobertura y entonces nos encontramos con un lugareño paseando, vamos bien, seguro que llegamos a algún lugar.

Efectivamente, nos acercamos al camino que nos bajará al interior de las hoces del río Duratón, da vértigo.




Las hoces se hacen muy divertidas, aunque con la 29 menos, no se culebrea sino que ciclas como un tractor pasando por encima de baches, piedras, ramas y curvas.

No paramos mucho, todavía quedan muchos kilómetros por hacer y la experiencia nos dice que no sabemos lo que tardaremos, una foto rápida y a seguir.



Llegamos a Sepúlveda, que como no está en lo alto, puff que paliza, pero bueno que mejor sitio que Sepúlveda para comer.


Con el estómago lleno y en mi caso los judiones jugando al corro de la patata en mi estómago, reemprendemos la marcha. 

Otra vez, sí otra vez el camino desaparece, saltamos una valla y subimos lo que parece un torrente, David está contento, le ha sentado bien la comida, como el mismo diría, "Tiene sonrisa de jugón"


El camino avanza, y es variado, de repente en un llano uno empieza a tirar, el grupo se alinea y empezamos a hacer relevos como quinceañeros, no tenemos ni idea, pero la cosa es correr cada vez más rápido, no se descuelga nadie y nos divertimos, que de eso se trata, llegamos a un pueblo y alguien dice "Qué fuertes estáis"

Entramos en una arboleda, no recuerdo que tipo de árbol es, ahora sólo miro el suelo, lo que nos faltaba un arenal, nos salimos del camino, vamos entre árboles, imposible ciclar, pero bueno esto que es? no se acaba? luchamos contra la arena y tras un par de kilómetros conseguimos pisar terreno duro. Creo que este es el Riaza más variado de todos los que hemos hecho.

Tenemos sed.


Estamos acabando, alguno de los fotógrafos está fuerte y se gusta haciendo fotos, vemos las nubes a lo lejos y aunque pensamos en la lluvia nadie dice nada.


Esto es terreno de rígida 29, piso el acelerador y me voy, eso sí, imposible irse sólo siempre alguien aguanta el ritmo


El track se desvía para hacer una última subida y despedirnos desde lo alto de uno de los meandros del Duratón de las hoces, la ligera escalada merece la pena, otra vez el paisaje nos regala vistas inolvidables.

Pablo pincha a falta de 5 kilómetros. ¿pero no llevaba tubeless?


Una bajada larga, rápida, amplia y peligrosa nos despide de este Riaza, es hora de volver a casa.















martes, 16 de septiembre de 2014

Madrid - Navamorcuende en mtb

Despertarse antes del amanecer, vestirse y pensar que sales de casa justo cuando el sol empieza a asomar por el horizonte que no puedes ver porque vives en una metrópoli, empezar a pedalear y salir del asfalto para llegar al primer parque y sorprenderte de ver cientos de conejos que huyen ante la sorpresa de un loco más madrugador de lo normal, imaginar que el track que has hecho te lleva al lugar donde has quedado con el único valiente que ha querido acompañarte, esperar y ver llegar a tu amigo, a partir de hoy uno más de la lista, continuar por Alcorcón y Móstoles cruzando dichas ciudades con plato grande por las vías principales por la prisa de encontrar el camino que te hace ir algo tranquilo, llanear, subir y bajar sin más dificultad que la del temor a no ser capaz de llegar a esos 120km, ver como los kilómetros pasan recorriendo tu provincia y sorprenderte de lo bien cuidado de los caminos, de las fincas bien ordenadas y limpias, pasar pueblos que sólo has visto en carteles de carreteras mientras paras para estirar un poco y tomarte algún gel, huir del pueblo plagado de tráfico y refugiarte en una ascensión por una carretera asfaltada que acaba en un pantano que parece casi abandonado para hacerse una foto.


Empezar a disfrutar del camino junto al agua, mientras ves otros locos nadando con neopreno o navegando en canoa y lo único que sientes es envidia de no detenerte y ponerte a hacer lo mismo y al despistarte una subida técnica te hace echar pie a tierra y la ruta se pierde en la rotonda asfaltada, retomar la pista y recordar que nunca estás sólo sino que la compañía del ciclista desconocido te vuelve a meter en la discusión entre el tamaño óptimo del radio de las ruedas y el número de amortiguadores que debe llevar una bici, parar y tomarte algo mientras el olor a humedad te recuerda que a pesar de estar avanzado Julio el pronóstico decía que la lluvia iba a caer, comprobar como la ciencia avanza y la lluvia convertida en tormenta de verano te cala hasta los huesos mientras asciendes la única cuesta desconocida de la ruta y llegar al pueblo donde acaba Madrid mientras sutilmente rozas el puerto real, entrar en Ávila sabiendo que hambre no pasarás y encontrar un asador donde yantar y recuperar los hidratos necesarios para generar el glucógeno que te permitirá acabar, continuar sabiendo que lo que queda puede ser duro pero es conocido y acabar con una estupenda charla dialéctica llena de sentimiento y razón, mientras con todo lo que te permite la bici subes hasta tu maravilloso pueblo para degustar la cerveza de la victoria.

Soñar dormido, soñar despierto, cumplir un sueño.

miércoles, 28 de mayo de 2014

Crónica Maratón de Madrid 2014

Durante la última semana antes de la maratón, decidí no volver a correr, la subida de kilometraje semanal había sido ascendente desde la media universitaria y mi cuerpo se resentía, la posibilidad de una lesión asomaba y de ahí la decisión de parar una semana completa.

Me aburría y me dediqué a leer cuantas crónicas de maratonianos de Madríd caían en mis manos, me hacía gracia leer auténticas historias épicas, de dolor, sacrificio y superación, me emocionaba a la vez que me sorprendía, y como no, en la semana antes de la maratón todo eran dudas, la duda de ser capaz de volver a correr una maratón 8 años después era un gran nubarrón.

Sin embargo la experiencia de esos 7 años oyendo a mis compis, como lloraban y se quejaban durante la semana previa, ... es que no he entrenado suficiente ... es que me duele mucho el lóbulo de la oreja derecha ... es que no he podido hacer la tirada larga a ritmo ... es que acabo de salir de un costipado....  es que creo que se me clava la uña del meñique ... me hacían tener la certeza de que algo iba por buen camino, porque esas mismas ganas de quejarme tenía yo.

El maestro Muñoz me preguntó, ¿pero tú eres de los que sabe sufrir? Mi respuesta fue un simple encogimiento de hombros.

Decidí no quejarme, y creo yo que por una mezcla de tanto leer y tanto escuchar, el sábado pasó algo. El sábado descubrí cómo quería correr la maratón, bueno realmente lo re-descubrí ya que cuando me apunté a la maratón allá por septiembre mi ilusión era correr una maratón sin sufrir, sin dolor, sin que fuera épica. Y ahí estaba yo 7 meses después decidiendo que no iba a sufrir, que mi objetivo iba a ser disfrutar.

Por esa razón, os aviso de antemano: Si creéis que vais a leer una crónica de cómo correr el maratón de Madrid correctamente, de cómo marcar los ritmos o de cómo hay que apretar los dientes y sufrir como un bendito para acabar la terrible subida del maratón desde casa de campo hasta el Retiro, dejar de leer ya mismo. Aquí no vais a encontrar esas respuestas.

Cuando uno decide disfrutar, cuando uno decide que el sufrimiento, el dolor, la incertidumbre, o la agonía no forma parte de su maratón, las cosas vienen rodadas, así me pasó, dormí como un niño, desayuné dos veces como marcan los cánones, vacié bodegas sin problemas, me acicalé, cogí el coche, y con mis pantaloncitos cortos y mi camisetita corta me puse a pasear por el Retiro a las 7:30 de la mañana con 9 grados de temperatura buscando el lugar de concentración. Mi cuerpo estaba helado, pero yo no tenía frío, ni un escalofrío recorrió mi cuerpo durante esa media hora.

Era hora del café, de las últimos lloros que tenía que escuchar y del último vente con nosotros Cano, corre con nosotros la maratón. Esta decisión de disfrutar, esta decisión de no sufrir no sé por qué pero implicaba que fuera sólo, yo conmigo mismo. Sin duda, fue otro acierto.

Levanta la cabeza, mira hacia adelante, disfruta, pero sobre todo, sobre todo sonríe. No sabéis lo feliz que puede ser uno cuando decide ser feliz, subiendo Castellana rodeado de miles de corredores, sin apenas animación, sin ningún coche, todo Madrid para uno sólo, que más puedo pedir? bueno por pedir me gustaría que llegara la cuesta abajo, pues dicho y hecho miro el reloj, llevo la media que quería y ya estoy en cuesta abajo, desde aquí hasta el km 32 esto va a ser un paseo.

Bajo por Bravo Murillo, voy volando, las merrel llevan alas y me hacen disfrutar de una de las calles que más recuerdos me traen de Madrid, aterrizo en Cuatro Caminos rodeado por una multitud que me lleva en volandas y enfilo Raimundo Fernandez Villaverde, pasar por el puente sobre la castellana me hace sentirme casi como un maratoniano en Nueva York, no cabe un alfiler, la alegría se nota en el ambiente.



Entramos en el barrio de Salamanca por Francisco Silvela, donde una ambulancia nos recuerda que por muchas ganas que tengamos, un maratón hay que entrenarlo, enfilamos Serrano, la cuesta abajo sigue y toda la calle es para nosotros, desaparecen los corredores de la media y volvemos a cruzar la castellana, llevaré unos 14km, me quedan 28, pero sé que sería capaz de correr otros 50, total lo que hago es disfrutar.

Volvemos a cruzar Castellana, empiezo a notar, a ser consciente de que soy un maratoniano, de que la gente que me rodea son maratonianos, los que quedamos somos conscientes de que esto acaba de empezar. Pienso en llegar a la media con buenas sensaciones, con muy buenas sensaciones, rechazo todas las dudas que vienen a la cabeza, estoy corriendo y estoy disfrutando.

Subo Santa Engracia o no? no me parece una subida, recuerdo que hasta el 32 era bajada, otra vez Bravo Murillo, San Bernardo y nos acercamos a Sol, los que animan se acumulan y sus gritos hacen que se nos pongan los pelos como escarpias, seguimos corriendo, seguimos bajando, seguimos disfrutando.

Salimos de Sol por la calle Mayor y llegamos al Palacio Real primer encuentro con la familia, hemos quedado en la izquierda, necesito un gel y deshacerme de la muñequera que lleva las llaves del coche, veo a Sergio a lo lejos, le hago una seña levantando 1 dedo, y hacemos el cambio, me da un gel y yo le doy la muñequera. De repente le veo corriendo a mi lado, ¿qué tal papi? le sonrio, vete con mamá, voy bien.




Llega la media maratón, miro el crono pero se me olvida que tiempo llevo, soy incapaz de saber si voy en tiempos o no, sólo se que estoy disfrutando. Bajo por el parque del Oeste y voy volando, puente de los franceses y avenida de Valladolid, pienso en mi amigo Belmont, si le viera me diría que soy un escaqueado, lo que haces por no estar con la familia. Llego a Norte y vuelvo a ver a la familia justo antes de entrar en la Casa de Campo, mi Casa de Campo.

Si correr por Madrid para mí es como correr en mi casa, correr por la Casa de Campo es como si lo hiciera por el jardín de mi casa, esto es lo mejor, la pena es que este año han acortado el recorrido, pero es normal, el silencio se apodera del corredor y algunos empiezan a dudar, uno me pregunta, ¿cuando viene la cuesta dura de la casa de campo? No hay cuesta le digo es todo bajada hasta el km 32, y salimos de la Casa de Campo.

Sale el sol y cualquiera diría que empieza a hacer calor, pero yo sólo puedo disfrutar de un maravilloso día de primavera por mi ciudad y el sol en la cara me hace sentirme aún mejor.

Voy paralelo al Manzanares noto un pinchazo en un pezón. "VASELINA" grito a pleno pulmón. A 50 metros delante de mí un patinador baja el ritmo, los corredores se despiertan a mi grito y le piden vaselina, atrás, atrás dice un runner te lo han pedido atrás, me da el bote de 1kg de vaselina y cojo un poco lo suficiente para continuar sin problemas.

El fatídico km 32 llega, los corredores dejan de hablar, alguno anda, cruzando el manzanares uno llora de dolor tumbado sobre el puente mientras intenta estirar el gemelo que se le ha subido a la altura del glúteo. No hay dolor pienso, no puede haber dolor cuando uno viene a disfrutar.

Voy adelantando compañeros que van mirando al suelo, mirad al frente les sugiero mirad arriba, hay que disfrutar y sonreír.

Llego al último lugar donde encontrarme con la familia, les busco y les veo, hay mucha gente y sé que no me ven, levanto las manos, les sonrío, me descubren con la mirada, me beso la mano y se la pongo en la boca a MariPaz, Sergio me anima, mientras Silvia distraída juega con algo. Durante 15 segundos dejo de respirar, se me cierran los pulmones porque la emoción me embarga, el éxtasis se apodera de mí pero necesito oxigeno, tranquilízate pienso, mientras, bajo el ritmo y conscientemente intento recuperar el aliento, una cosa es disfrutar y otra es que por pasártelo tan bien ahora te de un chungo.

Ahora empieza la maratón, ahora si que voy a disfrutar, esto ya está hecho y sólo hay que subir, intento sonreír y creo que lo consigo, la gente comienza a andar y muchos corredores se apuntan para hacer los últimos kilómetros con sus amigos, llego al paseo de las Acacias, pues tampoco es tanta cuesta pienso mientras pasito a pasito llego a la Ronda de Atocha, que poquito queda, no quiero que esto se acabe, que bien me lo estoy pasando, Atocha, Paseo del Prado, Colón y Goya, donde adelanto a una chica con gorra que va andando cabizbaja, le digo No hagas teatro para luego adelantarme al sprint en la meta, me mira con una cara de agradecimiento, comprensión, sufrimiento y heroicidad mientras negando me dice No, si no puedo más. Vaaaamos que solo quedan dos kilómetros, me despido de ella

El final se huele y aunque subimos por Velazquez enseguida llega la cuesta abajo final, sé que bajo el ritmo, pero me detengo buscando a la familia, en teoría habíamos quedado a la entrada del Retiro, y a ser posible me gustaría entrar con mis hijos en la meta, pero no les veo. Entro sólo al Retiro, apesadumbrado sigo buscándoles pero con cada metro que avanzo la esperanza se desvanece, no, otra vez no.

Sergio me dice, Hola Papá como vas?, pero bueno que haces aquí? le respondo, acabo de verte y he venido corriendo. Apoyo mi mano izquierda en su hombro, le digo que necesito que me hable, que me cuente un chiste y que cuando lleguemos a la meta tenemos que levantar las manos, pero sobre todo que tenemos que disfrutar, que hemos venido aquí a disfrutar. Va delante de mí y me hace apretar el ritmo, me lleva en volandas mientras me cuesta un chiste.



Entramos en meta, como no, sonriendo y disfrutando.



Mi hijo Sergio está preocupado, ha visto demasiada gente sufriendo hoy, me dan algo de comida y engullo dos platanos y una barrita, Sergio me mira y me pregunta, ¿Estás bien?

Sergio te lo he dicho miles de veces: En la vida la felicidad es una elección.




martes, 29 de abril de 2014

Plan entrenamiento maratón en 7 semanas

Al final buscando un plan para correr un maratón en 7 semanas como os comentaba en la crónica de la media ciudad universitaria, me di cuenta que me sobraban 6 semanas y 6 días, con un solo día en el que mezclar reflexión y descanso uno tiene claro lo que necesita para correr una maratón:

Camiseta
Dorsal
Pantalón
3 geles
Calcetines
Zapatillas
GPS

Y unas buenas instrucciones sobre como llevar los geles en el pantalón:
http://coachlevi.com/running/how-to-pin-energy-gels-to-your-running-shorts/




Como opcional pongo la muñequera para llevar las llaves del coche.

De todas formas y sí alguien tiene curiosidad por el detalle os puedo decir que lo que he hecho durante estas 7 semanas ha sido correr, correr y correr, pero no mucho desde el 1 de Enero hasta el 26 de abril: 391km.



martes, 11 de marzo de 2014

Crónica XXXIV Media maraton ciudad universitaria 2014

El previo a la carrera, 

Hacía casi 8 años que no corría una media maratón, es más en mi vida solo he corrido dos medias, la de la latina y la de Madrid ambas en el 2006.

Este año parecía que todo iba a ser diferente, llevaba corriendo todo el otoño sin ningún problema, había corrido varios diez miles, una carrera de 25km, me había apuntado a la media de Getafe, a esta y al mapoma. Sin embargo a mediados de diciembre haciendo cuestas, justo en la última noté que algo en la ingle se fastidió, no fue algo grave porque seguí como si tal cosa, pero lo recuerdo perfectamente.

Seguí entrenado, creo que sin notar molestias una o dos semanas, hasta que haciendo un entreno de unos 20km tuve que parar, el dolor apareció y volví a casa andando. No pasa nada, llegaban las navidades, aprovechamos y descansamos.

Salí un día a probarme antes de la San Silvestre, y el resultado no fue bueno, algo no estaba bien, pero bueno decidí ir a la San Silvestre y ver que pasaba, corrí esta carrera sin esforzarme como uno lo suele hacer en un 10 mil, y no tuve dolor hasta el km 8, en cuanto note una molestia bajé el ritmo.

Dos cines y un par de conciertos, como dice la canción, aunque en mi caso fue dos sesiones de fisio con Jesús y otras dos con Rocio, me hicieron volver a llegar a la conclusión de que no tengo una musculatura agradecida. Me daba una sesión, me tocaban un músculo, me lo descargaban, salía a correr para probarme y el resultado no era bueno, no podía hacer más de 4km si notar muchas molestias en la rodilla izquierda. Cansado de volver a caer en lo mismo, volví a probarme en los mismo errores, quizá es que no me esfuerzo suficiente? corrí tres días 6km cada día hasta que el último día después de duchado y vestido el dolor fue un poco más serio de lo normal. Habrá que parar me dije.

Y tuve suerte, paré una semana, y a la semana siguiente me cogí un gripazo monumental resultado dos semanas completamente parado de correr. Salí un día a montar en bici y dos a nadar.

Marzo llegaba y al ir viendo como pasaban los días la idea de no correr la maratón paso a convertirse en una realidad.

El lunes 3 de marzo ya estaba recuperado del gripazo, había estado haciendo ejercicios de propiocepción en casa y noté como un chasquido en el interior de mi cadera, lo siento pero no se decir donde, sólo me queda una opción ir a un osteópata, ni que decir tiene que no tenía la más mínima intención de correr la media. El miércoles dia 5 fui al osteópata, en general me caen mal los osteópatas, les cuentas tu vida, te abres a ellos como si fuera un cura, te confiesas hasta las aberraciones deportivas más tontas que has hecho, ellos te miran con cara de "otro más", luego se suben encima tuya, te crujen medio cuerpo, que si te he colocado el peroné, que si es normal que te doliera la rodilla, que si tenías los tobillos bloqueados, que si tenías el coxis rotado, ¿como narices puede rotarse el coxis?, que si esa contractura era por una costilla, que si te toco el cráneo, que si date un paseo antes de montarte en el coche, y mañana ya puedes correr. Llegué a casa destrozado, me metí en la cama y hice caso al osteopata. El día 6 me fui a correr, 8 km ninguna molestia, mi participación en la media ya era asegurada, ahora sólo había que pensar cuantas vueltas. Una al menos. El día 8 cogi la bici en dos meses y medio sólo una vez había hecho más de 45 minutos de ejercicio, pensé ves despacio, ves tranquilo tu trasero te lo agradecerá, dos horas y un cuarto después con muy buenas sensaciones, hicieron ver claro que podía dar dos vueltas.

La carrera.


El domingo 9 de marzo era la carrera. Después de las semanas de lluvia que estábamos sufriendo en Madrid, sabía que este domingo iba a ser un día espectacular. A las 8:30 estaba a la orilla del manzanares a cero grados, tomando un café con parte del cano ritmo sin saber si iba a ser capaz de dar 1 o 2 vueltas.

El ambiente de la salida era inmejorable, la temperatura ideal, el lugar junto a Moncloa, en medio de la ciudad universitaria de Madrid, me traía tantos recuerdos de tantas personas que me planteaba escribir esta crónica poniendo nombres a cada uno de esos recuerdos.

Eso me sirvió de motivación, sabía que iba a ser duro dar vueltas, que iba a ser un recorrido exigente y lo que hice fue mentalizarme en disfrutar del paisaje, ¿cuantas veces he pasado por aquí en coche? ¿cuantas veces he salido por esa boca de metro? Me he tomado algo en la cafetería de esta facultad, y de esta, y de esta, de esta también, he estudiado en la biblioteca de esta facultad y de esta, y de esta, te acuerdas cuando abrieron medicina 24 horas aquel verano?, parece mentira, nada ha cambiado, todos los edificios siguen igual.

Oigo detrás de mí:
- "Ha corrido todas las ediciones de esta carrera"
- "No todas no, los embarazos y el año pasado que me rompí la pierna"
- "Entonces eres una máquina"
- "No, lo importante no es lo que has corrido, sino seguir corriendo"

He ido contando casi cada metro, escuchando cada musculo, tendón y hueso de mi cuerpo y no me duele nada, he ido trotando, empezando a 6:20 y estoy marcando los km a 6:00, voy relajado, empieza la segunda vuelta, empiezo a emocionarme, pero me digo a ver como estás en el km 14 y entonces decides.

Un hombre ciego corriendo con el bastón en una mano y la otra agarrando una cuerda sujetada por otro corredor que le va haciendo de guía:
- "Ahora giramos a la derecha y pica para arriba"
- "Salimos de la rotonda y todo recto"

En las curvas bajan el ritmo, pero en el llano aceleran, se me van, es un lujo verlos correr pero quiero ir a mi ritmo.

Llega el km 14 es hora de decidir y me preguntan:

- "llevas zapatillas minimalistas?"

Y me pongo a rajar, pobrecico inocente con las ganas que tengo de hablar, me interrumpe.

-"Bueno yo me quedo aquí que sólo doy dos vueltas" - me dice.

No me da tiempo a reaccionar ya estoy dando la tercera, algo está empezando a cambiar en mi cabeza, total ya sólo quedan 7km, me pongo a hablar con uno, me pongo a hablar con otro, pero ya no tengo ganas de hablar sólo tengo ganas de correr.

Y eso es lo que hago, empiezo a correr.

Miro el reloj y pienso, a lo mejor podría hacer 2 horas, pero rechazo el pensamiento, lo importante es disfrutar, me miento.

Entro en la pista de arena y veo a los corredores, piso esa arena y me emociono. Pablo y Carlos me saludan, hago el avión en su honor, Venancio al grito de "ese de Navamorcuende" me anima. En estos momento lo que más me gustaría es poder oir a todo volumen la banda sonora de Carros de Fuego, es más creo que la oigo.

Voy solo por la pista y veo la meta, no me lo puedo creer.




Paso la meta, paro el reloj, tiempo neto 2:00:00, no puedo evitar sonreirme:


Tras la carrera.


Básícamente agujetas, como siempre. Y muchas dudas, quedan 7 semanas para el mapoma, ya no tengo excusas, sólo me queda hacer una cosa, buscar en google "Como preparar una maratón en 7 semanas".